Tronaron los cielos; ...

Tronaron los cielos;
centelleantes luces
llenaron el orbe
hiriendo las nubes;
y un líquido manto
-fuentes desbordadas-,
anegó mi vida,
encogió mi alma.

Cual rayo fugaz,
un intenso miedo
sacudió mi cuerpo,
frío como el hielo.

Temí que ya nunca
el sol reluciera,
que sentir sus rayos
fuera una quimera;
mas luego, febril,
me vi transportado
hacia un sol radiante
con calor humano.

Cuando desperté,
tras de las cortinas
el astro brillaba,
y las golondrinas,
cantándole al día,
miedos disipaban
con sus dulces trinos,
musical balada.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Plazalagua:
me gusta tu poema. El sol vuelve a brillar tras la tormenta. Más incluso que antes. A veces las tormentas son necesarias, aunque no lo entendamos. Ver una tormenta desde fuera da una muy buena perspectiva de lo que hay antes y lo que queda después. Lo malo es que la tormenta te envuelva y no puedas escapar a su furia.
Saludos