…./….. El socialismo, sobre todo el socialismo que...

…./….. El socialismo, sobre todo el socialismo que construyeron, impasibles en la frialdad desus gabinetes, los apóstoles socialistas, en quienes creen los pobres obreros, y que yanos ha descubierto tal como eran Alfonso García Valdecasas; el socialismo así entendido, no ve en la Historia sino un juego de resortes económicos: lo espiritual se suprime; laReligión es un opio del pueblo; la Patria es un mito para explotar a los desgraciados. Todo eso dice el socialismo. No hay más que producción, organización económica. Asíes que los obreros tienen que estrujar bien sus almas para que no quede dentro de ellas lamenor gota de espiritualidad.

No aspira el socialismo a restablecer una justicia social rota por el malfuncionamiento de los Estados liberales, sino que aspira a la represalia; aspira a llegaren la injusticia a tantos grados más allá cuantos más acá llegaran en la injusticialos sistemas liberales.

Por último, el socialismo proclama el dogma monstruoso de la lucha de clases; proclamael dogma de que las luchas entre las clases son indispensables, y se producen naturalmenteen la vida, porque no puede haber nunca nada que las aplaque. Y el socialismo, que vino aser una crítica justa del liberalismo económico, nos trajo, por otro camino, lo mismoque el liberalismo económico: la disgregación, el odio, la separación, el olvido detodo vínculo de hermandad y de solidaridad entre los hombres.

Así resulta que cuando nosotros, los hombres de nuestra generación, abrimos los ojos, nos encontramos con un mundo en ruina moral, un mundo escindido en toda suerte dediferencias; y por lo que nos toca de cerca, nos encontramos en una España en ruinamoral, una España dividida por todos los odios y por todas las pugnas. Y así, nosotroshemos tenido que llorar en el fondo de nuestra alma cuando recorríamos los pueblos de esaEspaña maravillosa, esos pueblos en donde todavía, bajo la capa más humilde, sedescubren gentes dotadas de una elegancia rústica que no tienen un gesto excesivo ni unapalabra ociosa, gentes que viven sobre una tierra seca en apariencia, con sequedadexterior, pero que nos asombra con la fecundidad que estalla en el triunfo de lospámpanos y los trigos. Cuando recorríamos esas tierras y veíamos esas gentes, y lassabíamos torturadas por pequeños caciques, olvidadas por todos los grupos, divididas, envenenadas por predicaciones tortuosas, teníamos que pensar de todo ese pueblo lo queél mismo cantaba del Cid al verle errar por campos de Castilla, desterrado de Burgos:

¡Dios, qué buen vasallo si ovierá buen señor!

Eso vinimos a encontrar nosotros en el movimiento que empieza en ese día: eselegítimo soñar de España; pero un señor como el de San Francisco de Borja, un señorque no se nos muera. Y para que no se nos muera, ha de ser un señor que no sea, al propiotiempo, esclavo de un interés de grupo ni de un interés de clase.

El movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamosdecir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de izquierdas. Porque enel fondo, la derecha es la aspiración a mantener una organización económica, aunque seainjusta, y la izquierda es, en el fondo, el deseo de subvertir una organizacióneconómica, aunque al subvertiría se arrastren muchas cosas buenas. Luego, esto se decoraen unos y otros con una serie de consideraciones espirituales. Sepan todos los que nosescuchan de buena fe que estas consideraciones espirituales caben todas en nuestromovimiento; pero que nuestro movimiento por nada atará sus destinos al interés de grupoo al interés de clase que anida bajo la división superficial de derechas e izquierdas.

La Patria es una unidad total, en que se integran todos los individuos y todas lasclases; la Patria no puede estar en manos de la clase más fuerte ni del partido mejororganizado. La Patria es una síntesis trascendente, una síntesis indivisible, con finespropios que cumplir; y nosotros lo que queremos es que el movimiento de este día, y elEstado que cree, sea el instrumento eficaz, autoritario, al servicio de una unidadindiscutible, de esa unidad permanente, de esa unidad irrevocable que se llama Patria.

Y con eso ya tenemos todo el motor de nuestros actos futuros y de nuestra conductapresente, porque nosotros seríamos un partido más si viniéramos a enunciar un programade soluciones concretas. Tales programas tienen la ventaja de que nunca se cumplen. Encambio, cuando se tiene un sentido permanente ante la Historia y ante la vida, ese propiosentido nos da las soluciones ante lo concreto, como el amor nos dice en qué caso debemosreñir y en qué caso nos debemos abrazar, sin que un verdadero amor tenga hecho unmínimo programa de abrazos y de riñas.