En tiempos de crisis no hay enchufes que valgan. De...

En tiempos de crisis no hay enchufes que valgan. De donde no hay no se puede sacar, solo de uno mismo, de su actitud y del momento que te toque vivir. La semana pasada tenía trabajo y hoy ya soy una mas en las listas del paro. Pero de verdad es que no me voy a preocupar, voy a seguir ocupándome como ha sido mi lema hasta la fecha. Por ejemplo aquí, dando mi opinión.
Es muy injusto el mundo laboral. Un día cumples la función de remiendo y otro te sustituyen por alguien con mejor curriculum. Y es injusto no solo porque te suceda a ti, sino porque es la moneda de cambio del capital, de la industria y de los servicios y de la marcha de la economía mundial que para nada tienen en cuenta a las personas. Somos fichas, números, peones, puestos, maquinaria, piezas, tornillos, aperos, manos, rodillas, alfombras...
la verdad es que ha sido una muy buena experiencia y con eso me voy a quedar. He aprendido mucho en un mes y una semana de trabajo laboral, ¡el único en mi vida!. He visto que el dinero no es importante si pierdes la salud. Que un día hubo gente que fue muy poderosa mandando los destinos de los demás, y de repente otro día están a merced de los hijos, los sobrinos, los trabajadores y de sus cuidadores, y de nada les sirven sus cuentas bancarias, ni su riqueza material porque la enfermedad les ha minado y les ha convertido en uno mas lo quieran reconocer o no. Muchas veces no pueden ni siquiera planteárselo así mismos por tanto como han perdido.
También he visto como un poema puede combatir la tristeza de sentirse ya inútil y desvalido. Hay cosas importantes que la sociedad no valora y así va la sociedad. Se desprecia la creatividad, lo he visto, y me he dicho, peor para vosotros. A mi me sirve para el día a día, para enfrentarme a los fracasos y ver que no son mis fracasos sino los de la sociedad.
Y ayer me fui a celebrar mi despido a un lugar muy especial que tenía muchas ganas de conocer, que fue mío hace mucho tiempo y que he vuelto a reencontrar después de siglos. Aunque os lo contase, o no lo entenderías o no lo creeríais, así que no voy a hacer cosas que no merezcan la pena. Yo lo sé y me basta. Además la gran verdad es que me iba a perder todas las bonitas tardes de otoño que nos quedan hasta que llegue por fin el invierno. Iba a sufrir por no poder atender a lo importante de mi vida y de lo que me rodea. Y gracias a que me he pasado la vida sembrando tengo mucha riqueza ahora. Unas manzanas que son una bendición y de todos los colores: rojas, amarillas y verdes. Y tanto que escribir y fotografiar... Vida extra para mí y los míos.
Un saludo