Pasaron meses, años, y por toda la comarca corrió la fama de que en la Ermita había una, Taller de aprendizaje de poesía

Pasaron meses, años, y por toda la comarca corrió la fama de que en la Ermita había una imagen muy milagrosa.
Al tío Rufino le contaron cómo curaba ciegos, cómo había sanado a muchos que los médicos de la capital habían dado por incurables, y hasta había vuelto el habla a una mudita a quien todos conocían.

Así que el tío Rufino, que ya era muy viejo y tenía muchos achaques, decidió aparejar la burra para ir a la ermita y pedirle al santo que le curara sobre todo el mal de la piedra, que era lo más doloroso. Llegó a la ermita, se acercó tanto a la talla de san Sebastián que hasta empezó a tocarla y retocarla como si fuera otra cosa menos sagrada. Y entonces, ante el pasmo de todos los fieles que rezaban y pedían milagros, el tío Rufino se levantó y, a grandes voces, le dijo al santo:

Compadre san Sebastián,
del pesebre de mi burro
eres hermano carnal.
En mi huerto te criaste,
ciruelo te conocí
y fruto jamás te vi.
Los milagros que tú hagas
que me los cuelguen a mí.

"Y en aquel momento se obró el milagro y el ciruelo echo frutos (ciruelas.)"

(Tomado del libro: "Jesús Felipe Martínez, El cuento popular español". Madrid, 1989)
(Para el taller)