Égloga Primera...

Égloga Primera

El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y Nemoroso,
He de contar, sus quejas imitando;
Cuyas ovejas al cantar sabroso
Estaban muy atentas, los amores,
De pacer olvidadas, escuchando.
Tú, que ganaste obrando
Un nombre en todo el mundo,
Y un grado sin segundo,
Ahora estés atento, solo y dado
Al ínclito gobierno del estado
Albano; ahora vuelto a la otra parte,
Resplandeciente, armado,
Representando en tierra el fiero Marte;

Ahora de cuidados enojosos
Y de negocios libre, por ventura
Andes a caza, el monte fatigando
En ardiente jinete, que apresura
El curso tus los ciervos temerosos,
Que en vano su morir van dilatando;
Espera, que en tornando
A ser restituido
Al ocio ya perdido,
Luego verás ejercitar mi pluma
Por la infinita innumerable suma
De tus virtudes y famosas obras;
Antes que me consuma,
Faltando a ti, que a todo el mundo sobras.

En tanto que este tiempo que adivino
Viene a sacarme de la deuda un día,
Que se debe a tu fama y a tu gloria;
Que es deuda general, no solo mía,
Mas de cualquier ingenio peregrino
Que celebra lo digno de memoria;
El árbol de victoria
Que ciñe estrechamente
Tu gloriosa frente
Dé lugar a la hiedra que se planta
Debajo de tu sombra, y se levanta
Poco a poco, arrimada a tus loores;
Y en cuanto esto se canta,
Escucha tú el cantar de mis pastores.

Saliendo de las ondas encendido,
Rayaba de los montes el altura
El sol, cuando Salicio, recostado
Al pie de una alta haya, en la verdura,
Por donde un agua clara con sonido
Atravesaba el fresco y verde prado;
Él, con canto acordado
Al rumor que sonaba
Del agua que pasaba,
Se quejaba tan dulce y blandamente
Como si no estuviera de allí ausente
La que de su dolor culpa tenía;
Y así, como presente,
Razonando con ella, le decía:

Vega, Garcilaso de la

Égloga: Composición poética del género bucólico, caracterizada por una visión idealizada de la vida rústica, y en la que suelen aparecer pastores que dialogan acerca de sus amores.