Muy buen poema pa el Taller
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Al obrero (poema poco conocido de Rubén Darío)
Y es que el poeta universal fue mucho más que cisnes y princesas ebúrneas.
En la celebración del aniversario de la Liga Obrera de Valparaíso
Canto al obrero:
su afán
y su brazo y su tesoro;
trabajando gana oro,
el oro, padre del pan.
Canto al que es al deber fiel,
del mundo ante el crudo soplo,
con su azuela, con su escoplo,
con su lima y su cincel.
A quien es en su labor,
donde el pensamiento espacia,
de la augusta aristocracia
del deber y del honor.
Mujer y hombre, ambos a dos,
hacen que el trabajo irradie;
ellos cumplen como nadie
los mandamientos de Dios.
Diadema resplandeciente
que debe ser bendecida,
la del que gana su vida
con el sudor de su frente.
Y hace el buen trabajador
que, donde va, dicha deja;
sus mieles, como la abeja;
su casa, como el castor.
El brazo es del corazón,
el poderoso instrumento,
y es trabajo el pensamiento
y es trabajo la oración
Dios, que hizo todas las cosas,
es un gran trabajador:
es el divino pintor
que pintó todas las rosas.
Y juntando su poder
una estatua y una estrella,
hizo la cosa más bella
de este mundo: la mujer.
Diera Dios por tal trabajo
todo lo que se conciba:
las estrellas de allá arriba
y las flores de aquí abajo.
En dos cosas que yo anhelo
la felicidad se encierra:
trabajar aquí en la tierra
y adorar allá en el cielo.
Concluyo. Tened valor.
Os habla el vate que os deja:
¡obrera, imita a la abeja;
obrera, imita al castor!
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Al obrero (poema poco conocido de Rubén Darío)
Y es que el poeta universal fue mucho más que cisnes y princesas ebúrneas.
En la celebración del aniversario de la Liga Obrera de Valparaíso
Canto al obrero:
su afán
y su brazo y su tesoro;
trabajando gana oro,
el oro, padre del pan.
Canto al que es al deber fiel,
del mundo ante el crudo soplo,
con su azuela, con su escoplo,
con su lima y su cincel.
A quien es en su labor,
donde el pensamiento espacia,
de la augusta aristocracia
del deber y del honor.
Mujer y hombre, ambos a dos,
hacen que el trabajo irradie;
ellos cumplen como nadie
los mandamientos de Dios.
Diadema resplandeciente
que debe ser bendecida,
la del que gana su vida
con el sudor de su frente.
Y hace el buen trabajador
que, donde va, dicha deja;
sus mieles, como la abeja;
su casa, como el castor.
El brazo es del corazón,
el poderoso instrumento,
y es trabajo el pensamiento
y es trabajo la oración
Dios, que hizo todas las cosas,
es un gran trabajador:
es el divino pintor
que pintó todas las rosas.
Y juntando su poder
una estatua y una estrella,
hizo la cosa más bella
de este mundo: la mujer.
Diera Dios por tal trabajo
todo lo que se conciba:
las estrellas de allá arriba
y las flores de aquí abajo.
En dos cosas que yo anhelo
la felicidad se encierra:
trabajar aquí en la tierra
y adorar allá en el cielo.
Concluyo. Tened valor.
Os habla el vate que os deja:
¡obrera, imita a la abeja;
obrera, imita al castor!