POLÍTICOS QUE VIAJAN HACIA LA INMUNIDAD EN PRIMERA...

POLÍTICOS QUE VIAJAN HACIA LA INMUNIDAD EN PRIMERA CLASE
Si escuchas sus argumentos justificando lo que hicieron, casi parecen convincentes. Parafraseando a un personaje cinematográfico de Clint Eastwood, las excusas son como el culo: todo el mundo tiene uno. Los hay que piden disculpas (los que quieren seguir siendo políticamente correctos aunque los hayan pillado). Los hay que dicen que no fue culpa suya sino de sus subordinados (los más desleales). Los hay que argumentan que pertenecen a un grupo de riesgo (los más miserables). Los hay que cuentan que forman parte de esa clase política destinada a salvar los destinos del país (los más grotescos). Los hay que salen con que se pusieron la dosis porque no había otra persona a mano para inyectársela en ese momento (los que nos toman por imbéciles, aunque todos nos toman por imbéciles de una forma u otra). Luego están los de categoría especial, como el consejero de Sanidad de Ceuta, que para defenderse de la acusación de trato de favor sale diciendo que se vacunó a petición de su entorno, porque a él, médico de profesión, no le gustan las vacunas (es como si el conde Drácula presidiera la Hermandad de Donantes de Sangre).
Lo que tiene en común esa bandada de personajes variopintos (la lista engorda día a día) es que se han aprovechado de sus cargos políticos, administrativos y militares para pasarse por la entrepierna los protocolos y la fila de vacunación en medio de una pandemia que ya se ha llevado por delante a dos millones de personas en el mundo. Esto recuerda el hundimiento del 'Titanic', en el que evacuaron a la gente de primera clase, perfumada y bien vestida, mientras la gente que viajaba en tercera clase, hacinada allí abajo con ropa sudorosa, aguardaba su turno con la lejana esperanza de ser rescatada.
Pocas cosas han cambiado desde aquel hundimiento si como sociedad no somos capaces de exigirle y de recordarle a cualquiera con rango de ministro o secretaria de Estado, consejera o director general, diputado o alcaldesa de cualquier partido, que su cargo no es salvoconducto ni carta de embarque prioritaria para nada, porque se supone que han venido a esto de la política para pensar en el bien común. Y si no son capaces de echar la vista atrás mirando a la cubierta de tercera antes de subirse al bote de primera clase vale más que se vayan a su jodida casa. Pero que se vayan a nado.