Mis amigos de "Canales-La Magdalena. Hubo un tiempo...

Mis amigos de "Canales-La Magdalena. Hubo un tiempo que cada fin de semana, añadía un relato a mis carpetas, casi siempre por escenario un río o mar si se trataba de una historia de amor. Esta afición semanal, cesó, por haber comenzado-
un cuento historia, cuyo final triste quisiera no hubiera sido tal. Hoy revolviendo en dos cajones lo he encontrado, dentro de una carpeta: lo había olvidado. Esto se debió a que la nieta (inquieta como su abuelo) un día, la sorprendí con una hoja en la mano, leyendo: "Esto es muy bonito"- Dijo y le arrebaté el folio, prometiendo, que lo leería cuando tuviera unos años mas. Hoy he dado con ello, y pienso que añadiré algo, que ocupe algún espacio en la historia no acabada. Mi regalo para este domingo.

<<< Las cartas se dostanciaron. Deje y dejaste de pronunciar las palabras que queríamos, hoy es inútil herirse con el recuerdo... aún sabiendo, que el mar esta allí, al pie de la montaña y seguro, seguro, que "nos han robado nuestra playa" sobre la bahía que era toda una llanura azulada.
Sin embargo... Sin embargo mas de medio siglo después, la voz del recuerdo despierta, y hasta escucho los arrullos, de aquella caracola vacía que las olas habían arrastrado hasta el acantilado. Aún recuerdo, nos inventamos, cantos de sirenas, que en las noches se acercaban a la `playa. Yo te decía que salían de las profundidades, en busca del amor, y, cantaban de sus arpas versos a las estrellas...
! Hay amiga mía cuantos recuerdos de juventud!
Con alegría y tristeza, tomo en mi manos aquel reloj que se quedó parado, lo doy cuerda. Un silencio se asoma, y del silencio, la voz del viento. Y el viento generoso alumbra la tarde aquella.
Corríamos sobre la arena. Te escondías tras de las rocas y siempre siempre te encontraba. Luego corríamos por la playa y al final te atrapaba, y, solo nos mirábamos...! que inocencia! Es lo mas dulce de tu recuerdo: te conservo mujer, en juegos de niña, pero...
Jugábamos aquella tarde a reunir conchas, el que mas cogiera, debería, premiar al otro en besos según la diferencia, dejé que me ganaras... y ya tus besos en mis mejillas, me producían una sensación de felicidad.
! Ven mira que bonita concha!- habías gritado tras de las rocas, y corrí a tu encuentro. Te dije que me la regalaras para guardarla siempre. la conservé mucho tiempo, luego se perdió en alguna parte. Bien recuerdo, que mientras, pasaba de tus manos a las mías, ya el tacto de tus manos... No lo sabía, pero ya te estaba amando.
Fue luego, cuando rodamos por la arena, y manchado tu cabello de arena, te conduje hasta la orilla y la ve tu pelo. Tu mirada era diferente. Supe que tus ojos expresaban lo que los labios callaban. Habían desaparecido de tus cabellos aquellos puntitos, algunos como piedrecitas luminosas... y tu mirada que seguía hablando en su silencio...! claro que deseo tu boca y mucho mas, estaba diciendo la mía. Mis dedos, se enredaban en tu pelo. Sentía tu aliento cálido en mi pecho. Tu respiración agitada al compás de la mía... hablo: hablaron los labios en un beso tibio, largo después y con furia luego, en amor dialogaron mucho tiempo. cerrados los ojos, veía toda una bella primavera y sobre los campos volaban mariposas de colores. Y cesamos. Y nos miramos de nuevo. Y tus ojos. Y tu cuerpo que tocaba el mío. Y las bocas ahora callando, se hablaban de nuevo diciendo que en alguna parte podíamos descubrí un paraiso... Te abrí mis brazos y te cobijaste en ellos. Lo estaba esperando-te dije- La invisible distancia se redujo, allí sobre la arena, en cuerpos sudorosos, alumbrados de luces invisibles. Que el tiemo se detenga murmuramos, ambos al mismo tiempo.
El mar lamía nuestro pies, cuando cara al cielo, dijiste: ¿sabes? el cielo no es del todo azul. Yo te dije que cerraras los ojos y lo verías de colores... Y te beso la brisa, y te presté de nuevo mis labios.
-Las cosas se ven mas bonitas si nos lo proponemos-hablaste de nuevo, mientras anudabas tus brazos a mi cuello...
El agua subía y subía lamiendo la arena.
-! Las conchas!- gritaste- Corrimos. habían desaparecido cubiertas de arena.
La concha de colores, era arrastrada en ese momento, y corrí tras ella: la guardé.
Se alagaban las sombras cuando decidimos abandonar aquella playa.
En el cielo, bajo el vuelo de gaviotas...
Seguro, seguro, que en la noche, se esgcucharán en la bahía cantos de sirenas- te dije aquella tarde, y otra y otra hasta que el destinos se burló de los dos.
libertad.