Bueno, paisanos..., paisanos seguro que somos, y sino,...

Lu: las tormentas tienen su encanto. Rayos y truenos; lluvia, granizo. Y más si estás a salvo y la oyes en casa al calor de una chimenea. Una gozada.
Pero si te toca vandearla ya es otra cosa. Que es ahí donde se demuestra si uno sirve o no para aguantar estoicamente los aguaceros.
Y ya luego sí. ¡Qué aroma deja en la tierra mojada! Pero solo si la tierra está limpia porque si llueve en un estercolero... ya me dirás lo bien que va a oler.
Un saludo ¿y este Adri también es paisano (es que ahora ya no tengo tiempo de preguntárselo a él?

Bueno, paisanos..., paisanos seguro que somos, y sino, vecinos al menos, ya que españoles somos ¿o no? Soy de Pozuelo de Alarcón, Madrid y actualmente vivo en la provincia de Guadalajara.

Sobre el aguantar las tormentas re diré que a mí me ha tocado aguantar muchas, tanto de aguacero, como de aparato eléctrico y truenos, de esos que parece que se va a abrir la tierra, pues notas el retemblar del suelo en los pies. Y de esas de ir de noche por el monte, o los montes, y no ver nada debido a la oscuridad y a la cortina de agua que tienes a tu alrededor y de pronto ves como si fuese de día debido "al trallazo" que pega el rayo cerca de donde te mueves, que ves los árboles, los charcos y todo lo que tienes a tu alrededor como si se hubiese hecho de día de repente, al tiempo que piensas, y en voz alta dices: ese ha caído cerca, veremos el trueno como explosiona. Y efectivamente, sientes la explosión tan cercana que te deja sordo por un momento y con la sensación de que estás levitando, en lo que el rosario de truenos se va alejando.
Al momento, la lluvia arrecia, bajas na cabeza, te quitas las gafas y las guardas porque no te sirven de nada escurriéndoles el agua por los cristales, te ajustas la capucha y maldiciendo a voz en grito tu perra suerte, te decides a suguir andando echado el cuerpo hacia adelante para poder contrarrestar la fuerza del aire que te impide caminar, aunque sea metiéndote en el barro hasta más arriba de los tobillos, y alguna vez quedarse el pie sin la bota porque al subirlo, el barro la ha succionado y se queda con ella. ¡Hala! agachate y a oscuras y tanteando el barro la sacas, la expones a la lluvia para que se llene de agua y así enjuagar el barro que hay dentro, la sacudes el agua, te la pones, y a seguir.

Esto, es tan cierto como que estoy escribiéndolo. Ahora que, hace ya muchos años y ahora, aunque vivo rodeado de montañas y montes, no me pilla ninguna deambulando por ellos, hago las fotos de rayos desde mi terraza, como el de la foto, que lo tomé en la última tormenta "buena" que hubo por la zona.
Saludos