LA NÁUSEA DEL FRACKING Y LA IMPOTENCIA, Burgos

LA NÁUSEA DEL FRACKING Y LA IMPOTENCIA

Veronica Kronvall puede, incluso ahora, recordar la emoción que sentió al comprar su casa en 2007. Era la primera vez que era propietaria de una casa y, para celebrarlo, su tía decoró la cocina con su color favorito, el púrpura: todo, desde el microondas hasta los tazones.
Un primo suyo, tomó fotos de ella tumbada en el suelo de la habitación que se convertiría en su dormitorio. Ella plantó rosas y aseguró que iba a aprender jardinería.

Lo que Kronvall no imaginaba en ese momento, incluso aquí en el norte de Texas, era que el bombeo del corazón de la industria del petróleo y gas, cuatro años más tarde, perforaría cinco pozos detrás de su casa.

Los dos más cercanos están a 300 pies de su pequeña parcela de jardín y sus pipas verdes y tanques se ciernen sobre la cerca.
Al comenzar la perforación, Kronvall, de 52 años, comenzó a tener hemorragias nasales, náuseas y dolores de cabeza. Su casa perdió casi un cuarto de su valor y algunos de sus vecinos fueron a la ejecución hipotecaria. "Su pacífica y humilde vida se convirtió en una pesadilla", dice ella.

Kronvall se trasladó desde el área de Fort Worth a la pequeña ciudad agrícola de Ponder - población: 1400 - para encontrar paz y tranquilidad, porque los precios de la vivienda eran asequibles y también por la cercanía a su trabajo en el centro de investigación de la Universidad del Norte de Texas.

Wesley y Beth Howard se mudaron al barrio de Remington Park, el mismo año, dos puertas más abajo, después de hacer un pensamiento similar.
Está cerca del trabajo de Beth, es diseñadora gráfica en la Universidad de Mujeres de Texas. Wesley, de 41 años, un ingeniero de soporte de IBM, trabaja desde casa.
El vecindario estaba parcialmente construido, pero los constructores dijeron que harían 150 nuevas viviendas, un parque y senderos en el prado detrás de su casa.
"Esta fué la primera casa que tuvimos juntos", dice Wesley. "Nos planteábamos quedarnos aquí durante dos décadas. Era nuestra esperanza, la esperanza de que esto crecería y mejorarían los servicios...”.

En febrero de 2011, Beth, de 31 años, acababa de enterarse que estaba embarazada y la pareja se dió cuenta de la colocación de algunas estacas de madera con tiras de plástico brillantes, detrás de su casa.
Kronvall las había visto también. Estaba de viaje por trabajo en una conferencia, en mayo de 2011, cuando recibió una llamada de un vecino: los trabajadoress habían llegado con equipos de movimiento de tierra pesada. Estaban a punto de perforar un pozo en el prado.

Ningún vecino recibió una notificación oficial, ya sea por parte de la empresa de energía o de las autoridades de la ciudad. "La ley en ese momento no les exigía decirnos nada o dar cualquier aviso público", dice Wesley. " Ellos podían aparecer por sorpresa, y así lo hicieron. " En ese momento, la ley de Texas no obligaba a las compañías a que revelasen los productos químicos que se utilizan para la perforación del pozo”.

Los trabajadores procedieron a aplanar la tierra e instalar una torre de perforación roja y blanca de 200 pies que asomaba por encima de sus casas. Los convoyes de camiones articulados retumbaban por la carretera principal. "Fué terrible ", dice Kronvall. "Hubo una gran cantidad de golpes y sonido metálico. El número de camiones era impresionante, los tubos de escape, los gases en el aire... "

Kronvall dice que las actividades en el otro lado de la valla depositan una capa de polvo blanco en sus ventanas.
Los trabajadores gritan por megafonía invadiendo la tranquilidad de su dormitorio. La iluminación brillante atraviesa las cortinas y hace difícil dormir. El estruendo de los camiones y el equipo hace temblar los cristales del armario, y el olor - una mezcla ácida de productos químicos – penetra en toda la casa.

"Mi esposa estaba embarazada y el equipo de perforación siempre estaba allí ", dice Wesley. Había mucho ruido de los generadores diesel que eructaban hollín, y una mezcla nauseabunda de las sustancias químicas que se mezclaban con el aroma de la cena.
El ruido y los olores penetraron hasta la calle de al lado, donde vive Christina Mills. Al igual que los Howard y Kronvall, Mills, de 65 años, se sintió atraída por Ponder, era su sueño y compró la cuarta casa construida, cuando se mudó a esa ciudad en 2001. " Pero cuando esa torre de perforación había terminado, uno podía pensar que estaba en Las Vegas ", dice ella.

Devon Energy Corporation, la empresa de perforación, ha instalado una cortina de sonido para tratar de amortiguar el ruido. Devon - que compró a George Mitchell, y se ha convertido en uno de los mayores operadores en la extracción de gas de esquisto, dice que está comprometido con el apoyo a los residentes. " Siempre trabajamos para encontrar nuevas y mejores formas de hacer lo que hacemos con el menor impacto posible sobre nuestros vecinos", dice Tim Hartley, un portavoz de Devon. " Dondequiera que estemos, queremos tener una operación saludable, segura, la mejor de la clase, por lo que estamos comprometidos con eso puesto que estaremos durante mucho tiempo”.

El telón hizo poco para amortiguar el sonido o reducir los demás efectos de fracking, dicen los residentes. El bebé de Los Howards, Pike, llegó varias semanas antes. La pareja dice que no hay manera de saber si eso estaba conectado a la fractura hidráulica, pero estaban muy nerviosos por exponerlo a posibles sustancias químicas de ese proceso. " Él bebé tenía buena salud, pero todavía era un recién nacido", dice Wesley. "Cuando se puede oler el escape de diesel y se tienen otros olores inusuales, y todas las cosas que no sabemos acerca de lo que está pasando, puede ser muy estresante. “No sabíamos lo que estábamos respirando, y eso hizo que el regreso a casa fuese tan estresante”.

Dos puertas más abajo, dice Kronvall, sus ojos se humedecían conforme se acercaba a casa. Además de los episodios de náuseas y dolores de cabeza palpitantes, se dió cuenta de que, al sonarse la nariz, sangraba. "Tuve hemorragias nasales casi durante todo el proceso ", dice ella.

Devon dice que no tiene conocimiento de ninguna queja sobre los problemas de salud sufridos después de que comenzaran sus actividades en Remington Park, aunque representantes de la empresa asistieron a las reuniones públicas de 2011, y fueron acusados por los residentes de ser responsables de los problemas de salud. En respuesta, Hartley ha dicho: " No sería apropiado para nosotros discutir públicamente reclamaciones formuladas. "