HISTORIAS DE UN MAESTRO, Burgos

HISTORIAS DE UN MAESTRO
Puede que haya habido muchos maestros en Tardajos y de hecho he aprendido de muchos. Pero mi predilecto es Timoteo Marquina y por muchas razones.
Es uno de los más entrañables para mi y para Tardajos, y uno de tantos que no tenía lazo por su origen. No era de aquí, para simplificar; y sin embargo se involucró en muchas actividades de Tardajos. Por ejemplo, escribió unos versos para la fiesta de la Virgen de las Aguas, compuso música para esa misma celebración. Y cuando volvió al pueblo después de muchos años de ausencia, no le quedó más remedio que escribir unas cuantas líneas al diario de Burgos para denunciar que en Tardajos no hubiera una marquesina para que se pudiera uno o una cobijar en los días desapacibles de espera del autobús.
También recriminaba que aquí, en Tardajos no se hubiera avanzado gran cosa y siguiéramos siendo tercermundistas.
Llega un momento en que te habitúas a que todo vaya mal y te conformas. Y si no se reclama, te toman por tonto muchas veces.
Pero, también ocurre que depende quien lo haga. Reclamar algo justo pero que choca con los intereses de algunos puede ser fatal. Véase Silvino Angulo con los prados de Tardajos.
Por intentar defender lo que creía justo le hicieron unas pintadas horrorosas la noche previa a las elecciones. Salió elegido por Tierra Comunera y dejó su acta de concejal al siguiente de la lista. Había intereses encontrados que luego he podido ver y denunciar también.
Porque a mi no me cabía en la cabeza que a una persona honesta, como lo fue él, le acusaran de no querer a su pueblo, cuando unos intereses perversos estaban trazando un plan para apropiarse de los prados. Que gracias a su recurso de alzada en la Junta logró parar un plan inmobiliario del que Tardajos no iba a haber recibido nada. Se lo habrían comido con patatas si una persona no dice, "ahí no se puede construir".
Y me negué a que eso sucediera. Que si el bien no es reconocido, reina el mal, sin remedio alguno.
Y que me pasé muy malos ratos teniendo que callar hasta que se pudo resolver el tinglado del Centro Médico de Tardajos. Que por la misma persona llegó a estar embargado. Una joya de la Corona tuvo Tardajos, y también Burgos, como se ha sabido después.
El arte de hacer maldades y quedar como salvadores; y de intentar anular al contrario, al que piensa distinto, y al que de verdad apoya al pueblo.
Una mascarada que me propuse desenmascarar por el bien de todos y de todas.
Pero me las tuve que pelear y jugar en unas partidas con táctica y estrategia.
Hasta quedar en tablas. Y decir, hasta aquí hemos llegado y ahora todas las cartas encima de la mesa. Y las puse al descubierto renunciando a mi mandato de jueza de paz de Tardajos. Pues expliqué los motivos por los que no volvía a concurrir a presentar mi instancia ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.
Más tarde el mismo Tribunal me volvió a animar a volver a presentarme y aquí estoy otra vez de titular del Juzgado de Paz de Tardajos.
O sea, el bochorno de un concejal, la merienda negra de los prados de Tardajos, los fatales arreglos del nuevo depósito de aguas tras los lodos, el embargo del centro médico de Tardajos; y para rematarlo todo; la chapuza del Regadío, que fue un plan puntero y convirtieron en un antro macabro. Que hubo muy buenas subvenciones, y fracasó, pero por los mismos motivos y por la misma gente que hizo fracasar todo lo anterior. ¿Y yo, Carmen, debía callarme? ¿para envejecer prematuramente con tanto fango y porquería?
De eso se trataba, de dejarme sin voz, pero no lo consiguieron.
Se les olvidó que en el tema de los lodos logré romper el cerco yendo a varios periódicos que había en Burgos entonces. Diario de Burgos y Diario 16 (que ya cerró) Y ahora no había sitio para escribir en papel; pero lo hice en digital, tanto en el Diario de Burgos como en estos foros en los que estoy escribiendo desde entonces.
Me negué a perder la palabra que tanto le ha costado tener a mi familia durante siglos porque no había letras ni para inscribirles en el Registro Civil, como he podido ver y con mis propios ojos. Y una vez que aprendes a escribir no puedes renunciar a la palabra. No se debe renunciar a la palabra por ningún motivo, aunque a veces tengas que hacerlo, pero sabiendo que en cuanto se tenga la ocasión se cuenta todo. Y es bueno hasta por motivos de salud.

FOTO: Encuentro de Antiguos Alumnos a los pies de la escalinata de la parroquia "Nuestra Señora de la Asunción" de Tardajos en el tiempo en que se estaban realizando las obras de la Residencia Jardín de Tardajos.