VIDAS EJEMPLARES....

VIDAS EJEMPLARES.

La reapertura tonta.

De cerrar en exceso a abrir sin cabeza.

Luis Ventoso.

Actualizado: 09/08/2020 23:39h.

El economista John Cochrane, de la Institución Hoover de Stanford, ha acuñado la expresión «the dumb reopening» -la reapertura tonta- para resumir como se ha intentado recobrar la normalidad en Estados Unidos tras el pico del covid-19. Los dos mejores ejemplos de actuación inteligente contra el coronavirus son conocidos: Corea del Sur y Taiwán. Ambos aprendieron las lecciones del síndrome respiratorio agudo severo, el SARS, que se desató en el Sur de China en noviembre de 2002. En un calco premonitorio de lo que ha sucedido ahora, las autoridades chinas no informaron a la OMS sobre ese brote de coronavirus hasta febrero de 2003. En marzo de aquel año, la OMS lanzó una alerta global. Aunque el virus se propagó por una veintena de países, los daños fueron mínimos comparados con los actuales y en 2004 se dio por superada la amenaza. Corea del Sur y Taiwan aprendieron de aquel aviso, que se tomaron muy en serio. Así que cuando surgió el Covid-19 estaban preparados para enfrentarse a la epidemia con test masivos y férreos rastreos de contagios. Gracias a esas técnicas lograron esquivar el confinamiento. Su método fue después imitado con éxito por Alemania, e incluso por Grecia.
Pero aquí nos va más improvisar, porque la prevención obliga planificar, pensar y trabajar. Así que cuando el coronavirus empezó a propagarse por Europa, obligando a cerrar el Norte de Italia, todo lo que hizo nuestra autoridad gubernamental fue colocar en la tele a un médico campechano para que fuese soltando mensajes tranquilizadores. El Ministerio de Sanidad era una carcasa vacía desde hacía años. Al frente se había colocado a un amable filósofo, Illa, incorporado al Gobierno con otra misión (engrasar el diálogo con los separatistas). Al no hacer nada, los contagios se dispararon, alcanzando España por momentos el mayor porcentaje de letalidad del planeta y un triste liderazgo en contagio de sanitarios. Con la situación descontrolada, con cifras de muertos dramáticas y los hospitales desbordados, lo único que pudo hacer ya Sánchez fue forzar a la población a encerrarse a cal y canto (amén de okupar la televisión, a fin de camuflar su paupérrima gestión con un insólito rodillo de telepropaganda). Pero tras todo ese show del Gobierno providencial, el 21 de junio el Ejecutivo se aparta y pasamos a lo que con cursilería llama «la nueva normalidad». El 4 de julio, Sánchez asegura en un mitin que la epidemia ha sido superada y que el virus «está controlado».

El día en que se estrenó la «nueva normalidad» hubo 125 contagios. Hoy andamos en 1.895 al día. ¿Y qué hace el Gobierno? Ponerse de canto. ¿Y su presidente? Irse a Canarias a chapotear en un chalet que regaló Husein de Jordania al Rey Juan Carlos. No existe una estrategia estatal, como si el virus fuese diferente en Baracaldo y Torrelavega. El Gobierno renuncia a organizar un rastreo exhaustivo de los contagios y un plan nacional de test masivos. Tampoco toma decisión general alguna sobre el ocio nocturno, las reuniones, la circulación interprovincial y la vuelta a clase.

Y así estamos, en la «reapertura tonta», hablando del viejo Rey y a cargo de uno de los Gobiernos más parlanchines y menos resolutivos de Europa.

Luis Ventoso.

Director Adjunto.