Hay vidas que se truncan en un instante. Vidas como...

Hay vidas que se truncan en un instante. Vidas como la de Ángel Carromero, presidente de las Nuevas Generaciones del Partido Popular. Él es el ejemplo perfecto de cómo la suerte juega un papel espeluznante en nuestro destino.

Ángel, de tan sólo 27 años, se encontraba de turismo en Cuba. Como cualquier joven de su edad, Ángel visitó el malecón, montó en los coco-taxis, pasó momentos inolvidables en Varadero y financió ilegalmente a la disidencia cubana. Hasta aquí, todo normal.

Pero quiso la suerte que Ángel no volviera así, sin más, a nuestro país. Quiso la suerte que el coche que él conducía para llevar a sus colegas (casualmente los receptores de dicho dinero y líderes de la oposición) se saliera de la calzada y se estampara contra un árbol, perdiendo la vida dos de sus amigos (amigos y disidentes en Cuba).

Es curioso cómo Carromero pasó de criticar en España a los antisistema a ser él el primer y mayor antisistema… pero en Cuba, que es donde sí hay que ser antisistema, claro.

La tragedia, más allá de las muertes, ha sido el trágico vuelco que ha dado la vida de este joven, rebautizado cariñosamente como Anacleto, agente secreto, en algunos sectores de la izquierda. Porque no está de más poner un punto de humor a una historia como la que ha tenido que vivir esta joven promesa popular.

Mala suerte fue también que el accidente fuera en Cuba y no en España, ya que allí no se le aplicó ningún trato de favor como hubiéramos tenido aquí. Allí no, en Cuba tú le dices a la policía que un señor (¡sea el hijo de quien sea! ¿estamos locos?) conducía un coche sin tener carné porque previamente se lo habían retirado por acumulación de multas (muchas de ellas por conducción temeraria) y que en un trayecto estrella un coche y mata a dos personas, y la policía ni corta ni perezosa, te mete en la cárcel. Como os lo cuento.

Aquí no. Porque aquí no hubiera sido ni delito. Que lo ha dicho Esperanza Aguirre.