España no crea empleo, apenas fabrica, sus empresas...

España no crea empleo, apenas fabrica, sus empresas pierden valor y nos encontramos endeudados hasta las cejas. Este es el diagnóstico gráfico de nuestra economía.
La economía española está gravemente enferma. Lleva casi un lustro siendo incapaz de generar riqueza, lo que se ha traducido en un desempleo altísimo, en niveles de inversión decrecientes y en minusvalías continuas sobre las empresas más importantes del país. Para colmo de males las cuentas del Estado, que allá por 2008 estaban en regla, se han deslizado por una pendiente sin fin que ha terminado poniendo a España al borde de la suspensión de pagos.
Seis síntomas principales que el Gobierno debe atajar cuanto antes
Esta enfermedad muestra seis síntomas principales que el Gobierno debe atajar cuanto antes si su intención es que el panorama económico mejore. El Estado no puede crear empleo directamente, básicamente porque si lo hace del único modo que sabe hacerlo, creando plazas para funcionario, empeorará la situación y la economía se hundirá todavía más.
Tampoco dispone de la varita mágica para que las empresas nacionales inviertan y se expandan y que las extranjeras acudan con capital a nuestro país. Lo que sí puede hacer el Gobierno es crear las condiciones adecuadas que inspiren confianza en el futuro a los empresarios, el único agente económico que, en última instancia, puede crear riqueza, es decir, empleo y actividad económica.
El desempleo que no cesa
El primero de los síntomas que castigan a nuestra economía es un desempleo estructural que, en estos años de crisis, ha alcanzado cotas estratosféricas. En España cerca del 25% de la población activa está desempleado. En algunas franjas de edad esta tasa sobrepasa el 40% y varias regiones no descienden del 30%. El desempleo, aparte de un drama personal y familiar, es el principal indicador para medir la salud económica de un país.
Sin empleo el consumo, el ahorro y la recaudación fiscal descienden hasta desaparecer por completo. Esto imposibilita la inversión y priva al Estado de su principal fuente de financiación.