Así es como hay que ver la historia de nuestro país....

Así es como hay que ver la historia de nuestro país. Si cada persona que vivió aquella época triste de nuestra historia pensara como esta señora, y no hubiesen transferido odios y rencores a sus descendientes, otro gallo nos estaría cantando ahora.
Sí, señor, todo un EJEMPLO a seguir el de doña Petra Rubio.
Que aprendan todos los que se sienten muy dolidos y ofendidos por los horrores de una guerra en la que hubo dos bandos, NO SÓLO UNO.

ESTA ES SU HISTORIA:

ENTREVISTA A PETRA RUBIO QUE HA SABIDO AFRONTAR LA DUREZA DE EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS VIVIDAS DESDE SU MÁS TIERNA INFANCIA Y, AYUDADA POR SU FE, QUEDARSE SIEMPRE CON LO POSITIVO.

-Usted nació en Belalcázar y allí vivió la guerra. ¿Recuerda los días previos a la contienda?

--Yo era muy pequeña, tengo recuerdos vagos de una vida muy familiar en el pueblo, rodeada por mis padres y hermanos.

- ¿A qué se dedicaban sus padres?

--Mi padre era abogado y mi madre ama de casa y madre de una familia numerosa.

- ¿Qué recuerdos tiene del inicio de la contienda?

--El 14 de agosto de 1936, los rojos entraron en Belalcázar y estuvieron dos días matando gente. Aquello fue espantoso, murieron 190 personas, entre ellos, mi padre, cuatro de sus hermanos, dos cuñados y un hermano de mi madre. En mi pueblo, vi correr la sangre y recuerdo que nos pusieron en fila a todos mis hermanos y nos dieron una descarga de tiros. Mi madre estaba embarazada.

- ¿Cómo afrontó la familia tantas pérdidas?

--Mis hermanos y yo nunca oímos palabras de rencor ni de odio de mi madre. Agradezco a mis padres que nos formaran en un ambiente religioso que nos hizo superar un palo tan gordo y entender de alguna manera la pérdida de nuestro padre primero y de nuestra madre después.

- ¿Quién se hizo cargo de la familia?

--Después de la muerte de mi padre, nos quedamos todos en zona roja, sin nada, acudíamos al Socorro Rojo a comer. Recuerdo que rezábamos todos los días con mi madre, con la esperanza de que Dios nos ayudara, pedíamos que aquel horror acabara pronto. Repetíamos una oración muy larga que se me quedó grabada y que acababa diciendo "despierta a los hombres, alumbra las conciencias y haz porque se apaguen los odios. Amén".

- ¿Cómo murió su madre?

--En 1938, llegaron los Nacionales a Peñarroya y hubo un edicto que ordenaba desalojar el pueblo, así que nos fuimos al campo, nos quedamos viviendo debajo de los árboles, comiendo del campo lo que encontrábamos, hasta que la aviación nacional entró con la legión Cóndor y bombardeó la zona, seguidos por las metralletas de los cazas. Fue un verdadero horror, algo terrible, el bombardeo más espantoso que he visto en mi vida. Mi madre murió allí, al igual que una de mis hermanas y un tío abuelo, los enterraron a todos en el mismo agujero que hizo la bomba. Fue un espectáculo dantesco.

- ¿Nunca tuvo deseos de venganza hacia unos u otros?

--JAMÁS. Lo aceptamos como una tragedia que nos tocó vivir, del mismo modo que a otros les toca perderlo todo en un tsunami o un terremoto. Mi padre murió a manos de los rojos y mi madre a manos de los nacionales. Sin embargo, he tenido amigos con ideologías de izquierdas y de derechas y nunca he deseado mal a nadie. Eso se lo debo a mis padres y a los principios que nos inculcaron desde pequeños. El día que dijeron "la guerra ha terminado" fue el más feliz de mi vida, el horror que vivimos es algo que no le deseo a nadie, solo espero que no se repita nunca.

- ¿Qué opina de la ley de memoria histórica?

--Creo que la guerra era una cosa que ya estaba dormida y me parece que no es bueno reabrir viejas heridas. Felipe González tuvo trece años para sacar a los muertos de las fosas comunes y no lo hizo, así que ahora creo que es mejor pasar página. Sobre todo, porque en un país con cinco millones de parados, hay cosas más importantes en las que gastar el dinero. La guerra es algo que pertenece ya a la historia de España y corresponde a los historiadores contarla.

Doña Petra Rubio, ESPECIALISTA EN EMPLEAR la imaginación y la esperanza para combatir el odio.

APRENDAN DE ELLA.