MI ABUELA

Cuando íbamos a misa los domingos, mi abuela era siempre muy puntual y cogía un banco para élla sola; extendía su mantón a ambos lados y allí no se sentaba nadie porque poco a poco iban llegando sus nietas mayores y su misión era guardarnos el sitio. Ya empezaba la misa moderna en castellano y a mi abuela no le gustaba, decía que aquello ni era misa ni era na.

Sus villancicos preferidos eran Adeste Fideles, los campanilleros y Noche de paz; por cierto, defendía la teoría de que Noche de paz era un villancico de la iglesia evangelista, que lo había sabido desde cuando vivía en Salamanca. No le gustaban nada los villancicos modernos, lo de los peces en el río etc.. porque según élla no tenían sustancia, hoy diría fundamento, como Arguiñano.

Mi abuela perdió casi totalmente la visión en 1957, pero le dio tiempo a terminar unos cuantos metros de puntilla para adornar el can-can de mi primera comunión.
Fue un verdadero drama porque ya no podía ni hacernos muñecas de trapo ni leer sus novelas. De vez en cuando leía las letras gordas de las revistas y periódicos. Entonces se aficionó a la radio y a los seriales y los vivía y se enfadaba muchísimo con los malos y lloraba de pena con las desgracias de las protagonistas.

Mi abuela era una gran defensora de sus nietas, ¡qué nadie se metiera con nosotras!; Todas las noches íbamos a comprar la leche con aquellas lecheras de aluminio antiguas y una pandilla de gamberros nos asustaban y nos amenazaban con vaciarnos las lecheras y muchas picardías más. Se lo dijimos a nuestra abuela y prometió acompañarnos al día siguiente. Para éllo se llenó los bolsillos del mandil de piedras y cantos. Ella se quedó escondida y los gamberros nos esperaban, esta vez haciendo unos "calvos". Nuestra abuela no veía nada, pero cuando le dijimos lo que estaban haciendo se puso a tirarles piedras y había que haberlos visto correr. No volvieron a molestarnos más.

Mi padre como de costumbre era muy crítico con la excesiva protección que ejercía la abuela en nosotras, porque según él teníamos que aprender a solucionar nosotras nuestros propios conflictos. Por aquellos tiempos, como no había televisión, los chicos del pueblo tenían sus propias formas de diversión.