EL TAXI...

EL TAXI
Es la de taxista una profesión que a mí me cae muy bien porque hacen un gran servicio al ciudadano, que con ellos se siente protegido y amparado en cualquier lugar del mundo. Es además una profesión con mucho riesgo ya que al taxi acuden todo tipo de clientes, y no siempre con buenas intenciones, porque este trabajo se realiza en horas y lugares de gran peligro para los trabajadores del taxi que sufren multitud de atracos, de robos, de agresiones y hasta de asesinatos.
Es el taxi algo muy nuestro, algo que nos da la facilidad de viajar con la garantía de que él te va a llevar, sin ningún problema, a cualquier lugar con rapidez, con seguridad y con amabilidad y eso es de agradecer y de valorar en este mundo sin fronteras en que vivimos. A veces te protegen más que la policía porque los taxis están en todas partes visibles y a todas horas. Es más ellos guardan y entregan todo lo que el cliente se deja olvidado en el coche y se convierten en unas verdaderas cajas fuertes para nosotros.
Parece ser que ahora con la dichosa crisis ha aumentado considerablemente el número de taxistas piratas que tratan de buscar su sustento suplantando a los auténticos y lamentando las necesidades económicas de estos falsos taxistas, que ojalá se solucionen cuanto antes, lo que nosotros no debemos hacer por tratar de ahorrarnos un euro es acceder a estos falsos taxis porque es mucho el riesgo que se asume ante un posible accidente ya que no existen garantías para los viajeros.
La vedad es que esto, o algo similar, ocurre en todos lados, nosotros fuimos a New York hace ya unos años a casa de una amiga que tenía una hija allí y utilizamos algunos taxis, que por cierto eran bastante más baratos que aquí, pero un buen día las mujeres, nuestra amiga y Laly, decidieron que cogiéramos una bicicleta-taxi, que las hay, y nos llevamos una gran sorpresa.
Nos montamos los tres en aquel artilugio y cando llegamos a la casa pedimos la cuenta y nos dice el ciclista son 180 dólares (aproximadamente 45.000 pesetas). Imaginaros la cara que se nos puso a los tres. Yo le dije que me explicara la cuenta y él dijo que el viaje era oficialmente 60 euros pero por persona. Yo le dije que le daba 50 dólares y que si no llamaba a la policía y así solucionamos el desagradable asunto. O sea que chorizos hay en todas partes.
Tengo dos amigos que han sido taxistas, en Madrid, y cuentan verdaderas situaciones y experiencias de su trabajo que demuestran cuan arriesgado es este oficio y cuanto debemos de valorar a los taxista que nos hagan tan fácil nuestros viajes en las ciudades. Yo estoy con ellos.
Dedicado a Vicente López, Manuel Hidalgo ex taxistas madrileños.