MIRA DE FRENTE Y NO TE ACOBARDES...

MIRA DE FRENTE Y NO TE ACOBARDES
Aquella madrugada eran las cuatro y media del día que empezaba, de primeros de julio de 1954, yo tenia muy poca edad, apenas podía subirme al burro sólo, más mi padre me daba consejos para que fuera un niño mayor sin miedo, y empezamos la jornada preparados para ir a segar en una tierra arenosa cerca del Río Duero, aquel camino de la madrugada, tenía muchas viñas, y las sombras de la noche me acuerdo que eran terribles, mi padre me comentó, tienes una hoz en el lugar del esparto, que servía para guardar la hoces de segar, si un día te vieras obligado no lo dudes, coge esa hoz y corta el cuello al que venga a quererte hacer daño, Los dos burros caminaban por el Camino del Puerto, carretera empedrada en época de la dictadura de Primo de Ribera. Y las herraduras en la noche se sentían a fondo, hasta llegar donde fuimos a segar dicho día, estaba cerca de la desaparecida Villa de San Martín, abandonada por una peste negra hace siglos, y también cerca de la llamada Fuente de La Miel. Antes de salir el sol aquella madrugada, las dos hoces trataban de hacerse camino en un trigo de los llamados candeal. Trigo normalmente alto, con muchas alistas, y de fácil siega, el fresco de la mañana se notaba en aquel lugar cerca del Duero, De pronto un animal suelto y rebuznando se acercaba a nuestros dos burros, era un burro que estaba escapado, y mi padre me dijo se le coje y se le ata a un pino de la finca de al lado, hasta que vengan a buscarlo, si no, nos dejara la siega dañada con sus patas. Todo fue normal, aquella finca de más de una obrada, casi una hectárea, nos llevo segarla hasta el final de la tarde, ese día no hubo siesta, había que acabar aquel lugar tan lejano de nuestra casa. El lugar era solitario, una carretera llamada Blanca, por su piedra de ese color, no estaba muy lejos, y ese día aprendí a defenderme con una hoz en la mano, era solo un chaval salido de la escuela, pero que aquellos años, muchos de mis compañeros, hacían lo mismo que yo con sus padres y hermanos. Nuestra infancia fue dura, más el miedo tenías que dejarlo en casa aparcado, y demostrar que habías nacido hombre, para todos los trabajos agrícolas de entonces. G X Cantalapiedra.