LA INFANCIA EN MI TIERRA CASTELLANA LA SECA
Sin tener apenas juguetes, sin tener una economía sobrada, viviendo felices en aquel valle donde en la infancia, solo el amor le aliviaba. Eran años de lucha y trabajo, de sudar la camisa lavada, entre trajes de pana fornida, que aguantaba calores sin calma. El invierno cargado de ropas, esperando las luces del alba, primaveras que fueron llegando entre viñas y fincas sembradas. En las noches de grandes estrellas entre corros de niños se hablaba, que otras tierras allá muy lejanas el idioma de España reinaba. Entre burros tranquilos y mulas, los caballos también circulaban, en los campos un eco profundo de una tierra que fue abandonada. Vi familias enteras marcharse, a lugares de larga distancia, entre llantos y besos quedaron esperando tener abundancia. Las mentiras contadas en cartas, los suspiros por dentro clamaban, nadie hablaba de brindis y tartas al pasar ciertos años dijeron que la vida te da la esperanza. Fuimos niños buscando alegrías, como sombras que están marginadas, eran serias sus melancolías en la tardes de luna ocultada. Una infancia vivida en familia, una luz que se llama el mañana, cuando el tiempo deprisa lo lía brilla el sueño de ver vida sana. Hay caballos que vienen corriendo, hay borricos que van sin albarda, muchas mulas trotando y diciendo que es bonito cenar con cebada. Entre mielgas y grama hay conejos que se crían allá en las cañadas, nadie dice que tienen complejos ni que tengan las horas marcadas. Hoy recuerdo mi infancia querida, mis abuelos lucharon sin calma. Hoy mi tierra la siento elegida siendo ruta que te agranda el alma. Las campanas las voy escuchando como signo de vida ocultada, unas veces me van alegrando y otras quiero que sigan calladas. Corre el viento con prisa en la noche, los tejados retumban su drama, nadie quiere lanzar su reproche cuando sueña tranquilo en su cama. Que mi mente respira el pasado, como meta que siempre fue calma, el amor que te deja encantado es un tiempo que siempre se aclama. G X Cantalapiedra.
Sin tener apenas juguetes, sin tener una economía sobrada, viviendo felices en aquel valle donde en la infancia, solo el amor le aliviaba. Eran años de lucha y trabajo, de sudar la camisa lavada, entre trajes de pana fornida, que aguantaba calores sin calma. El invierno cargado de ropas, esperando las luces del alba, primaveras que fueron llegando entre viñas y fincas sembradas. En las noches de grandes estrellas entre corros de niños se hablaba, que otras tierras allá muy lejanas el idioma de España reinaba. Entre burros tranquilos y mulas, los caballos también circulaban, en los campos un eco profundo de una tierra que fue abandonada. Vi familias enteras marcharse, a lugares de larga distancia, entre llantos y besos quedaron esperando tener abundancia. Las mentiras contadas en cartas, los suspiros por dentro clamaban, nadie hablaba de brindis y tartas al pasar ciertos años dijeron que la vida te da la esperanza. Fuimos niños buscando alegrías, como sombras que están marginadas, eran serias sus melancolías en la tardes de luna ocultada. Una infancia vivida en familia, una luz que se llama el mañana, cuando el tiempo deprisa lo lía brilla el sueño de ver vida sana. Hay caballos que vienen corriendo, hay borricos que van sin albarda, muchas mulas trotando y diciendo que es bonito cenar con cebada. Entre mielgas y grama hay conejos que se crían allá en las cañadas, nadie dice que tienen complejos ni que tengan las horas marcadas. Hoy recuerdo mi infancia querida, mis abuelos lucharon sin calma. Hoy mi tierra la siento elegida siendo ruta que te agranda el alma. Las campanas las voy escuchando como signo de vida ocultada, unas veces me van alegrando y otras quiero que sigan calladas. Corre el viento con prisa en la noche, los tejados retumban su drama, nadie quiere lanzar su reproche cuando sueña tranquilo en su cama. Que mi mente respira el pasado, como meta que siempre fue calma, el amor que te deja encantado es un tiempo que siempre se aclama. G X Cantalapiedra.