LA SOLEDAD DE AQUEL ANCIANO...

LA SOLEDAD DE AQUEL ANCIANO
La vida le estaba dejando casi sin movilidad, el hombre acariciaba los 90, años, y estaba viudo desde hacia algunos años, Este hombre que no quería ni oír hablar de las residencias de la tercera edad, o sea mayores, continuaba viviendo en su piso de un barrio de Madrid, los dos hijos que tenía estaban en ciudades de España, alejados de su padre, y aunque le quisieron llevar con ellos él se negó en redondo. Una noche de esas largas, donde las personas mayores no pueden dormir, se le presentó en su memoria todo su vida desde niño, nunca él había sentido la soledad tan de cerca, aunque tenía la famosa medallita para avisar si se ponía enfermo, su mente le llevaba a su tiempo mucho más joven, y empezó hacer juicio de su propia vida, nunca había notado la soledad desde cerca, al faltarle la movilidad por causa de la artrosis que padecía, se notaba sin demasiadas fuerzas, y en su pensamiento afloraba la idea de una muerte sin demasiado sufrimiento, aunque en algunos momentos pensará que había conocidos a personas en el Centro de Mayores, que estaban tan mal como él, y su expresión cuando se veían era la de aguantar hasta que el cuerpo se mantenga en pie, todas las mañanas al levantarse se notaba ir a peor, hacer las cosas de su piso como su propia cama, o la limpieza de sus cacharros, le eran una dificultad, más la televisión le ayudaba a olvidarse de su presente y seguir mirando al horizonte, con ganas de estar vivo. Y poder comunicarse con sus nietos e hijos, Todo era normal o eso parecía, más las noches le tenían machacado, sus dolores en diferentes partes del cuerpo, se le iban despertando, mientras la artrosis seguía galopando por su cuerpo trabajado y lleno de años, fueron tiempos muy duros, más un hijo por fin se le llevo a su domicilio de capital de provincia, y el hombre en el camino comentó, “Jaula nueva pájaro muerto”, y así fue en el plazo de un mes aquel hombre entre muchos calmantes para anular sus dolores, se marchó de esta vida, mirando la luz del horizonte que un amigo suyo le comentó muchas veces, Eran noventa años, llenos de luz y esperanza, más una artrosis le llevó al final del camino como el hombre aquel decía. D. E. P. G X Cantalapiedra.