Apoyar una Huelga General no es barato. Por ejemplo,...

Apoyar una Huelga General no es barato. Por ejemplo, para un trabajador mileurista (según el INE, el salario más habitual entre los trabajadores del mercado de trabajo español), no trabajar mañana le puede costar en torno a 40 euros, el saldo resultante de restar de sus percepciones el día no trabajado y la proporción correspondiente de sus pagas extra.

Añadan que es la segunda Huelga General del año y tengan en cuenta también que la inmensa mayoría de los trabajadores han visto congelados, cuando no reducidos, sus salarios en los últimos tres años, lo que unido a la subida de los precios ha reducido su poder adquisitivo y ha situado al 30% de los ocupados bajo el umbral de la pobreza según las estadísticas europeas.

A simple vista, no parece el contexto más adecuado para exigir un esfuerzo más a los trabajadores. Así lo ha entendido el sindicato mayoritario de la función pública, CSI-F, que se ha descolgado de la convocatoria de Huelga General, apelando a la realización de otro tipo de acciones más eficaces y más adecuadas a un momento en el que la situación económica es muy preocupante.

No ha sido sólo la posición del sindicato de funcionarios la que ha abierto el debate. El asunto ha calado hasta tal punto en la opinión pública que tanto Cándido Méndez como Ignacio Fernández-Toxo, los principales responsables de los sindicatos mayoritarios, casi han empleado más tiempo en los últimos días en defender la utilidad de la Huelga General que en explicar sus motivos.

De hecho, en sus últimas declaraciones públicas han intentado elevarse por encima de la dialéctica propia del paro estrictamente laboral para comenzar a hablar de huelga social, en los términos que están utilizando otras organizaciones como Democracia Real Ya, y de huelga de consumo.

UGT y CCOO siguen argumentando que la Huelga General continúa siendo "el instrumento más efectivo del mundo del trabajo para manifestar su descontento" y apelan a los logros conseguidos en las movilizaciones del pasado para defender que "podrá tardar más o menos en conseguir sus objetivos, pero las huelgas siempre han tenido éxito en este país", pero todo apunta a que caminamos hacia otras formas de protesta diferentes.

Enumeramos las alternativas más conocidas:

- Huelga social. Es la modalidad de protesta integral defendida desde las organizaciones sociales surgidas a partir de Movimiento 15-M. "No consumiremos, no trabajaremos, no iremos a clase..." dice el comunicado de adhesión a la Huelga de la organización Democracia Real Ya, que llama a superar el concepto de paro laboral para extender la protesta social a "cualquier iniciativa de desobediencia civil no violenta".

- Huelga de consumo. Otra forma de reivindicación planteada desde diversas asociaciones sociales como castigo contra el poder económico. Consiste en plantear una jornada de consumo cero o, al menos, de reducción al mínimo de los consumos habituales, ya sea luz, agua y gas, como de cualquier otro tipo. Sus defensores sostienen que, a diferencia de la Huelga General, esta modalidad permite la adhesión del conjunto de la sociedad. Incluso la organización de consumidores Facua ha elaborado un decálogo para realizar una Huelga de Consumo el 14-N (no cojas el coche, come en casa...). Los sindicatos han terminado por incorporar esta variable a su discurso de cara al 14-N.

- Huelga de celo. Consiste en aplicar con la mayor meticulosidad posible lo establecido en el contrato de trabajo en cuestión de horarios, seguridad y condiciones laborales, independientemente de las circunstancias de la jornada. Ha sido ensayado con gran éxito por pilotos y personal ferroviario. En un país en el que una tercera parte de los trabajadores hacen horas extra (una octava parte, no remuneradas), el impacto sería evidente.

- Huelga de brazos caídos. Se practica acudiendo al lugar de trabajo como un día cualquiera, pero sin realizar las funciones asignadas al puesto o realizándolas a un ritmo muy inferior al habitual. Recientemente los abogados griegos realizaron una huelga de brazos caídos de cinco días en protesta por su situación. En España, los empleados de Prenatal también realizaron una huelga de brazos caídos para reivindicar unas indemnizaciones justas para sus compañeros despedidos.

- Huelga a la japonesa. Un mito herededo de los ochenta, cuando se decía que los trabajadores japoneses mostraban su descontento trabajando a máximo rendimiento para generar un exceso de producción que la empresa no pudiera gestionar. Tiene sentido en Japón, donde su pequeño tamaño hace que los costes de almacenamiento sean muy altos, pero en España rara vez se ha dado sin ser una simple etiqueta.