TEXTO 10/76...

TEXTO 10/76
CRÍTICA LITERARIA (I)

ACERCA DE ÖSTEN SJÖSTRAND Y LA MÚSICA OCULTA
Por Alejandro Drewes

A PEDAR DE que en España su obra ha sido, y aún lo es, muy poco conocido por los lectores de poesía, Östen Sigvard Sjöstrand (Gotemburgo, 1925 – Estocolmo, 2006) fue, sin embargo, un poeta y novelista sueco bastante bien relacionado con el mundo hispanoamericano. Traductor de obras extranjeras a la lengua vernácula y miembro del Comité Nobel durante 20 años, Sjöstrand había sido miembro cofundador de la revista cultural ARTES, en la que colaboró como redactor responsable de 1975 a 1988. Casado con la también escritora Ella Hillbäck, publicó, en 1949, Unio, su primer poemario, obra transida toda ella de ese sentimiento de angustia agónica que marcó la poesía sueca de finales de los años cuarenta, consecuencia directa de los horrores vividos durante la Segunda Guerra Mundial. En 1950, escribe Invigelse y, 1953, sale publicada su obra Ǻ tervändo, año en que abandona el luteranismo imperante en su país y abraza la fe católica. A este poemario siguen otros más, entre los que podemos citar Dikte 1949-1955 (1958), Världen Skapas Varje Dag (1960), En Vinter i Norden (1963), Drömmen är Ingen Fasad (1971) y Fantasins Nödvändighet (1971). En 1975, ingresa en la Academia Sueca. La mayor parte de su producción poética está inspirada en la poesía francesa de la época, si bien otra de sus fuentes de inspiración fue la música. Consecuencia de ambas influencias es la publicación, junto a Gunnar Ekelök, de la primera antología narrativa francesa que se hizo en sueco, con el título de Cuentistas Franceses Famosos, y, en colaboración con Sven-Erik Bäck, llegaría a escribir un par de óperas. Entre otras obras, publica Pär Lagerkvist (1975), Ditke (1981) y Sprickorna i Stenen (1994).

Un intento, pues, de aproximación a la obra de Sjöstrand queda inevitablemente como un ensayo incompleto, dado lo vasto de la obra del poeta y la multiplicidad de dimensiones —ética, humanista y religiosa, entre otras— que abarcan su obra. Esto lleva al crítico, como veremos en las líneas que siguen, a tomar una pieza clave de su trayectoria vital, desgranando desde allí las notas de la sinfonía poética.

Por tanto, no es casual que la antología elegida ha sido La Música Oculta (Den Gömda Musiken), publicada en castellano, en 1989, por la editorial El Tucán de Virginia (México D. F.), con traducciones de Pierre Zekeli y Homero Aridjis, sobre la base del hilo conductor de las notas de Steven Sondrup, que prologa la edición.

«LA MÚSICA OCULTA»
El mismo título, La Música Oculta, que tiene una clara referencia musical, imbricada no solamente en cada miembro del cuerpo poético, sino explícitamente deudora en una etapa temprana de los Preludios, de Debussy, y al Réquiem, de Ligeti, herencia que, combinada con una profunda experiencia mística de juventud que marcara desde la filosofía tomista sus primeras obras, se iba a expresar en sus traducciones al sueco de óperas y oratorios, entre los cuales figuran Ifigenia y Alcestes, de Glück, y el Mesías, de Händel.

Estamos, pues, ante un tipo de poesía absolutamente consustanciada, con una experiencia personal de diálogo con el mundo que le tocara habitar y lejana de todo alineamiento con las diversas corrientes literarias y estéticas que atravesaron el mundo escandinavo a lo largo del siglo XX.

Sin embargo, la obra de Sjöstrand mantiene una notable relación con la obra de poetas como T. S. Eliot (en sus poemas tardíos, donde vuelca sus inquietudes metafísicas a propósito de su conversión al catolicismo romano), Paul Valéry (de cuya obra explora las infinitas combinatorias de los motivos musicales en la composición poética) y Gunnar Ekelöf, a cuyo leitmotiv en torno al Doppelgänger y a la soledad existencial del hombre se vuelve en distintos momentos de su obra.

Junto a estas afinidades electivas, el simbolismo de los tres elementos (aire, viento y agua), recorre toda su trayectoria vital, desde su primer libro de poemas, Unio (1949) hasta su obra de madurez (Transmisión de Corrientes, 1977; Justo sobre la Línea de Agua, 1984). Si bien hay una clara evolución de la reflexión poética, desde un tomismo estrecho hasta una visión mítica de la marcha del mundo, identificada con los arquetipos de Jung.

El artículo continúa en: www. gibralfaro. uma. es/criticalit/pag_1805. htm