Sánchez Castejón, agencia de colocación....

Sánchez Castejón, agencia de colocación.

Un maestro de escuela, a la empresa estatal de uranio, y una ingeniero de montes, al astillero público. El sanchismo es una extraña fábrica de enchufes.

Álvaro Martínez.

Actualizado:

07/10/2018 04:19h.

Constatado que el «Gobierno bonito» ya va tirando para adefesio, con dos ministros dimitidos y con el presidente y otros tres cogidos en los mismo renuncios mentirosos que hicieron perder la cartera a los cesantes Iglesias y Montón, este batallón quiere detenerse y resaltar al menos una innegable cualidad del sanchismo. Cuesta encontrarla, pero rebuscando con conmiseración habremos de concluir que Sánchez sabe cuidar de su gente, tanto que ha salpimentado el segundo y el tercer anillo de poder de su mandato de una legión afines que han ocupado puestos en empresas públicas cuyo cometido les es absolutamente ajeno. El CIS, los Paradores... hay decenas de ejemplos pero detengámonos en dos.

Enusa es una sociedad mercantil estatal cuyo principal cometido es el diseño, fabricación y abastecimiento de combustible nuclear para las centrales atómicas nacionales y extranjeras. Hasta que llegó Sánchez dirigía la compañía José Luis González Martínez, ingeniero industrial con especialidad en Técnicas Energéticas; diplomado en dirección empresarial y alta dirección e ingeniero de métodos en la multinacional 3M. Empezó a trabajar en Enusa en 1975 donde ha desempeñado, entre otros, los cargos de director de la fábrica de Juzbado y de la división de uranio. También formó parte de la Empresa Para la Gestión de Residuos Industriales, S. A., fue miembro del comité ejecutivo del Uranium Institute, presidente de la Sociedad Nuclear Española y del comité consultivo de la Agencia de Suministro del Euratom, vicepresidente del Foro de la Industria Nuclear y presidente de la World Nuclear Association. Y lo conocen bien en el Standing Advisory Group on Nuclear Energy en el IAEA y en el comité asesor para la información y participación pública del Consejo de Seguridad Nuclear... Y paremos porque aún hay más.

Parece que José Luis González sabe algo de cómo gestionar el uranio, aunque para Sánchez no lo suficiente, pues fue llegar a La Moncloa y sacarle de Enusa para poner allí a José Vicente Berlanga Arona, licenciado en Filosofía y maestro, además de asesor del PSOE valenciano. Eso sí, en su currículum académico y profesional no encuentras nada, absolutamente nada, relacionado con el uranio o con cualquier mínimo residuo de sapiencia nuclear así le pases diez veces un contador Geiger.

Al mismo tiempo que González salía de allí lo hacía también el presidente de Navantia, Esteban García Villasánchez, hecho en la ingeniería naval con una experiencia de 27 años en el astillero público, forjado pues en la casa desde abajo, incluso «tocando chapa», un experto sin matices en la construcción de buques que con anterioridad había dirigido la dirección de programas e industrial de la compañía y el astillero de Ferrol-Fene, del que asimismo fue director de reparaciones. Bajo su presidencia se firmó la construcción de corbetas para Arabia Saudí, el próximo oxígeno de la compañía y de miles de familias de Cádiz, Ferrol y Cartagena. Algo sabía García de construir barcos y de venderlos… pero no los suficiente pues Sánchez colocó en su lugar a Susana Sarriá, ingeniera de Montes y especialista en prevención de incendios y tratamiento de aguas... «Y los barcos navegan sobre el agua, ¿o no?» habrá pensando el doctor Sánchez.

Álvaro Martínez.

Redactor jefe.