Monarquía o república. Manual rápido para principiantes...

Monarquía o república. Manual rápido para principiantes B.
Monarquía, cuando es absoluta (no me interesa, no es nuestro caso. No perdamos tiempo en ella. Tampoco es que me interese mucho la otra).
La Monarquía parlamentaria es la que está ratificada por la voluntad popular representada en el parlamento que representa al pueblo. Cuando una monarquía parlamentaria no tiene respaldo popular, se puede votar si se pasa a República, para lo cual, por afectar a la Constitución, debe atenerse a las normas constitucionales, a las cuales está sometido tanto el Rey como el Pueblo, del que el rey es una parte.
El rey, por tanto, es una posible pieza más de la democracia. Hay democracias modernas que tienen régimen monárquico, como lo vemos en Inglaterra, Bélgica, en países nórdicos, Japón, etc. Es decir, pasa de padres a hijos con intervención de la voluntad popular. Es cierto que tanto si es monarquía como si es república, no tiene por qué estar plateándose cada tres por cuatro el sistema de gobierno que queremos darnos. O repetirlo hasta que salga lo que yo quiero. Luego, ya para siempre.
En el caso de la República, interviene la voluntad popular, mediante votación que puede ser secreta o no, como en el caso de la monarquía.
Tanto en la Monarquía parlamentaria como en la República, debería haber división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) o puede no haberla. De todo hay ejemplos.
En la Monarquía el rey puede ser vitalicio, aunque tenemos recientes casos de abdicaciones en diferentes monarquías. Los tiempos se imponen.
En la República el presidente debería ser temporal, pero hay casos (plural) muy llamativos de presidentes que se han pegado al sillón y no hay quien les arranque, incluso se han convertido en dinastía, por ejemplo Cuba, Korea, Cimbabwe, etc. (camino de ello iba Chaves en Venezuela).
Funciones del Jefe de Estado: En una democracia parlamentaria el Jefe del Estado (rey o presidente) debe garantizar la estabilidad institucional, pero además debe proteger los derechos y libertades de (todos) los ciudadanos a los cuales debe su cargo. Hay casos clamorosos de presidentes que dan todo tipo de libertades a los afines, pero niegan el pan y la sal, por ejemplo, a la Iglesia.
Según este planteamiento, el Presidente en una república, o el Rey en una monarquía, debe trabajar con coraje e inteligencia para que la lucha política no deteriore las instituciones democráticas y, por tanto, para que no se legisle en contra de la separación de poderes, de la estricta independencia judicial o de los derechos de cada ciudadano a la vida, a la libertad, a la propiedad y a la igualdad ante la ley.
Por desgracia, en España (¿se sigue llamado así?) los políticos de todos los signos han metido la mano en los billetes, en la justicia, han hundido las Cajas, se han repartido lo de los parados, etc. de modo que nos han dejado para el arrastre. ¡Gracias a que ninguno de ellos es Presidente... pero podría haberlo sido, si esto fuera una República! ¡Y quién le hubiera chistado y acometido... como se hace con el Rey! ¡Mira que si pudiera un día subir al sillón presidencial uno de esos que van defendiendo la democracia a base de quemar contenedores (por poner un ejemplo suave)!
En realidad, ni monarquía ni república son sistemas perfectos. Dependen de las personas que están al frente. Hay ejemplos de monarquías y repúblicas que a nadie se las deseo: Arabia Saudí, Guinea Ecuatorial.