David Gardner, editor internacional de ‘Financial Times’...

David Gardner, editor internacional de ‘Financial Times’
Tengo 67 años: ahora sé cosas que me harían un joven prometedor. Soy católico irlandés; nací en Bruselas, hijo de diplomático y vivo en Beirut. La UE parece entender el reto y la oportunidad del momento y actua en consecuencia y Sánchez empuja en el buen sentido. Colaboro con Palau Macaya-Fundació La Caixa
“El 90% de los antibióticos que tomamos ya dependen de China

LLUÍS AMIGUET
27/06/2020
Dependientes y vulnerables
China no debería ser un país del que desconfiar, sino todo lo contrario; pero por mucho que confiemos en ella y su buena voluntad como flamante hegemon de la geoestrategia mundial, no resulta razonable, como apunta Gardner, que el 80% de nuestros antibióticos y una gran parte de nuestros medicamentos, tecnología en renovables –las baterías de litio y sus materiales raros– y otras áreas estratégicas para nuestro desarrollo dependan de las decisiones de Pekín, por otra parte un poder no democrático. Los europeos no podemos ser tan dependientes ni vul­nerables. China merece el agradecimiento de la humanidad por haber sacado del hambre con su sacrificio y organización a cientos de millones de personas; pero eso no garantiza que en el futuro no abuse de su poder.

Quién sale reforzado de esta pandemia: EE. UU. o China?

Los dos salen debilitados; pero tampoco la UE ni Reino Unido, desde luego, pueden cantar victoria alguna.

¿China seguirá vendiendo barato y frenando la inflación y abaratando el crédito?

Antes ha logrado, los últimos 40 años, desde Deng Xiaoping, ser la fábrica del mundo hasta cambiarlo con una gigantesca ola de globalización que ha sacado de la pobreza extrema a cientos de millones de personas.

¿Cómo?

Fabricando todo más barato que nadie y cada vez mejor y más sofisticado. Así ha sacado del hambre no sólo a millones de chinos, sino también a asiáticos, hindúes y africanos. Ha sido el mayor éxito globalizador de la hstoria.

Y no es un éxito europeo.

Es asiático. Y en ese intercambio con la fábrica del mundo los occidentales no hemos ganado.

Pero compramos más barato.

Y cada vez productos más sofisticados, pero ese descuento ha salido del recorte de los salarios occidentales que compiten con los chinos.

¿Y nosotros no hemos aprendido algo?

Hemos ido mejorando la educación y sofisticando habilidades y servicios para crear empleos con mayor valor añadido; pero, en ese proceso, millones de empleados occidentales han perdido ingresos y bienestar.

¿Y eso ha tenido consecuencias políticas?

Que explican el mundo de hoy; porque quien se ha beneficiado de esa gigantesca ola de nueva riqueza ha sido el capital, no los salarios, que, incluso con mejor educación, no han subido. Por eso, la globalización está tan mal vista y los populismos la maldicen para crecer.

¿De ahí los nacionalismos radicales, elBrexit, el “America first ” y la extrema derecha?

Por eso han florecido, sí. Pero en la nueva desconfianza nacionalista de Occidente respecto a China hay mucha hipocresía. Para empezar, se penaliza a Huawei, pero la gran tecnología made in America en su interior está repleta de componentes Huawei.

Pues no va a ser fácil sancionar a China.

Hay elementos simbólicos reveladores, como la agencia americana de ayuda al desarrollo que ayudaba a países emergentes y hoy ayuda a las empresas americanas deslocalizadas en esos países a relocalizarse en EE. UU. Pero la dependencia de Occidente de China aún es mayor de lo que parece.

¿Cuánto?

Para empezar, los medicamentos, que estas semanas han demostrado su relevancia geoestratégica: el 90% de los ingredientes activos de los antibióticos que tomamos dependen de China