3º PARTE...

3º PARTE
Viendo lo que estaba sucediendo, el capitán Pedro Velarde se dirigió al parque de artillería de Monteleón acompañado de un grupo de soldados y parte del paisanaje, consiguiendo a las diez de la mañana poder entrar en el cuartel.
El capitán francés que estaba al mando al desconocer lo que está pasando en la ciudad y por la actitud del capitán Velarde y el nerviosismo de las tropas francesas allí presentes, consiguió que se rindieran.
Al mando del destacamento español se encontraba el capitán Luis Daoiz, auxiliando por el teniente Jacinto Ruiz, quien tras unos momentos de vacilación se dejó convencer del capitán Velarde y se unió a la lucha.
Entonces Daoiz ordenó abrir el portal del parque e hizo distribuir armas a los insurgentes que se había habían congregado en ese lugar.
Inmediatamente se apostaron en distintos lugares del cuartel, esperando la próxima llegada de las tropas francesas que iban a irrumpir en este lugar.
Murat abandonó su residencia en el palacio Grimaldi, próximo al Palacio Real y se desplazó a la montaña del Príncipe Pío, situada al oeste de la ciudad.
El mariscal francés veía como sus hombres eran abatidos por las turbas de civiles de más humilde condición y su prestigio conseguido en sus campañas militares por Europa se arruinaba aceleradamente.
No obstante, tenía acantonado a las afueras de la ciudad un ejército de 20.000 hombres y las columnas estaban listas para avanzar hacia el centro de la ciudad donde la caballería abriría el camino y la infantería se encargaría de garantizar las posiciones tomadas.
En un período de tiempo breve, las columnas francesas penetraron en la ciudad y aseguraron las principales comunicaciones y donde se planteó mayor resistencia fue en la puerta de Toledo.
Allí un medio millar de vecinos de los barrios populares de Lavapiés y San Francisco levantaron barricadas que frenaban el avance de las tropas francesas.
El general Rigaud que mandaba estas tropas ordenó una carga de caballería que fue recibida por una lluvia de agua hirviendo arrojada desde los balcones y los jinetes caídos al suelo desde sus caballos, eran rematados por la multitud que estaban detrás de la barricadas y otras calles aledañas.
Esta victoria inicial quedó empañada por nuevas cargas de caballería que aseguraron su posición en la puerta de Toledo.
La plaza Mayor era otro lugar testigo de la lucha donde unos pocos paisanos y entre ellos unos presos de la Cárcel Real, que habían pedido permiso para intervenir en la lucha con el compromiso después de volver hicieron una fuerte defensa hasta que escaseo la munición y tuvieron que disponer de sus armas blancas y su resistencia se término de apagar.
El único reducto en poder de los insurrectos era el parque de artillería de Monteleón, con apenas 300 hombres entre militares y paisanos, con tropa francesa apresada y con escasa de municiones, se mantenían en una lucha sin cuartel contra el enemigo.
Organizaron su resistencia apostando a los tiradores en las ventanas del parque a pesar de que muchos de los combatientes no sabían bien el manejo de las armas y las mujeres voluntarias que acudieron les suministraban la municiones y el agua, labor donde destacó Clara del Rey como una heroína de esta jornada.
La infantería francesa procedió al asalto del cuartel a través de las calles aledañas de San Pedro, San Bernardo y San José pero quedó paralizada ante la feroz resistencia de los defensores que trasladaron tres cañones y los ajustaron a la entrada del parque.
El comandante francés inicio un nuevo asalto y apareció un oficial español con un mensaje de la Junta de Gobierno dirigida a los defensores del parque.
La orden manifestaba a los defensores que depusieron sus armas y cesara la defensa.
En este momento se disparo uno los cañones de la entrada acabando con la vida de un número considerable de atacantes.
El comandante francés, coronel Montholon y parte de su columna se entregaron a Daoiz y Velarde.
Ante esta resistencia, Murat ordeno venir al 6º Regimiento de la brigada Lefranc, estacionada en El Pardo y los franceses iniciaron un nuevo asalto.
La resistencia del parque artillería estaba muy mermada y apenas quedaban unos pocos soldados del Regimiento de Voluntarios del Estado, que habían llegado con Velarde junto a unos paisanos y la resistencia estaba a punto de agotarse.
Murat ordenó un tercer asalto con un contingente de 2000 soldados imperiales que cayeron sobre los pocos defensores que quedaban y la resistencia se acabo mientras Velarde murió al pie del cañón y Daoiz atravesado por las bayonetas, fue trasladado a su domicilio en la calle de la Ternera, donde moriría posteriormente.
El teniente Jacinto Ruiz fue primeramente herido en un brazo y volvió a la lucha siendo nuevamente herido por una bala que le atravesó la espalda y sería trasladado fuera del cuartel a la calle San Bernardo para evitar ser hecho prisionero por las tropas de Murat.
La resistencia había llegado a su fin y el tiempo de venganzas se acercaba y una represión feroz se empezó a practicar en el mismo lugar caliente de la lucha.