La huella de un ataque racista...

La huella de un ataque racista

La mujer negra agredida en un autobús de la línea M1 de la EMT ha cambiado sus rutinas por miedo: “Vivo con pánico”

F. JAVIER BARROSO

Madrid 10 AGO 2019 - 00:05

Luisa Hernández Díaz, una vecina de Lavapiés de 49 años, decidió coger el autobús el pasado martes a mediodía. Hacía mucho calor y así se ahorraba la caminata de unos 10 minutos hasta su trabajo. Lo que le esperaba dentro del autobús no lo olvidará fácilmente. Un hombre le pegó, le escupió y la insultó. Esto último, incluso delante de la policía, tras ser arrestado. “Pasé mucho miedo. Pensé que me iba a matar” resume en su domicilio, con el pánico aún en el cuerpo.

Era poco antes de las 14.45 del pasado martes 6 de agosto. Luisa salió de su casa y se dirigió a su trabajo en la calle de Cedaceros, cerca del principio de la calle de Alcalá. Caminaba por la calle de Embajadores cuando vio venir el autobús M1 (Glorieta de Embajadores-Sevilla), al que subió. Cuando arrancó el autobús perdió la estabilidad y con el pie tocó la mochila de un pasajero, que la tenía en el suelo. El hombre comenzó a insultarla: “Tenía que ser una puta negra. Vete a tu país. Por culpa vuestra no tengo trabajo ni tengo casa”, le soltó el hombre a gritos.

La mujer no daba crédito a lo que le estaba pasando. Pese a ello, se sentó y no quiso dar más importancia al incidente, según recuerda. Sin embargo, el atacante se levantó de su sitio y se dirigió hacia ella. “Ya me imagino qué tipo de trabajo tendrás. Será de puta y para negros a los que se lo harás de rodillas. Solo sabes chupársela a los negros”. Luisa no salía de su asombro. Había un tercer pasajero, que ni se inmutó por lo que estaba pasando. Permaneció ajeno a una escena tan violenta.

Presa de la ira, el atacante le pegó un tortazo en la cara. También le escupió. En ningún momento dejó de insultarla por ser negra. La mujer no pudo aguantar más y se fue hacia el conductor. “Para el autobús porque este señor me está agrediendo”, le dijo. El chófer detuvo el vehículo en la calle de la Colegiata y pulsó el tocón de seguridad. Este botón rojo lanza una alerta a la central de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) que moviliza de inmediato a la policía y a los servicios de emergencia. También activa la grabación de las cámaras de seguridad en caso de que las lleve instaladas el autobús.

Mientras llegaban los agentes, el atacante siguió insultando y acosando a la viajera. Pese a tenerlo prohibido por un protocolo de seguridad, el conductor salió de su cabina. “Se puso entre los dos para protegerme”, recuerda la mujer. Luisa, que nació en Puerta Plata (República Dominicana), reside en España desde hace 22 años.

Cuando llegaron los policías, su pregunta casi rozando el reproche fue clara: “ ¿Pero tú otra vez? Con esta ya son tres...”. Los agentes ni siquiera terminaron la frase. Sabían a quién se enfrentaban y cómo actúa. Preguntaron a la víctima si quería denunciar, a lo que ella respondió que “por supuesto”. “Un hecho tan grave no puede salirle gratis”, dice la mujer días después.
Tras preguntar al otro viajero lo que había pasado, los policías esposaron al agresor, lo que no le calmó en ningún momento. “Siguió insultándome. Decía que era una puta negra. También me amenazó con frases como ‘te voy a matar, te voy a matar’. Fueron unos minutos insoportables. Llegué a temer por mi vida”, afirma Luisa.

Los policías subieron al atacante al coche patrulla. El arrestado es un español de 51 años que ya tenía antecedentes policiales por hechos similares. Mientras, los agentes atendieron a la mujer, presa de un ataque de nervios. “Llamaron a una ambulancia del Samur y me dieron agua, mientras me dijeron que me calmara, que ya había pasado todo. Me trataron muy bien”, describe Luisa. Los sanitarios del Samur vieron que tenía un hematoma en la mejilla.

La policía trasladó a la mujer a la comisaría del distrito de Centro, en la calle de Leganitos, donde puso la denuncia contra su atacante. “No puedo permitir que alguien así, después de lo que ha hecho, quede libre. Me pegó, me escupió. Son cosas mayores y muy graves. Y más que nada lo hago para que aprenda y no se lo vuelva a hacer a ninguna persona”, resume la víctima.
Luisa tiene una minusvalía física del 65%. Pese a ello, trabaja en una empresa de limpieza: “No soy un parásito de la sociedad, ni quiero que el Estado me mantenga. Puedo trabajar y voy a hacerlo mientras pueda”. “Mi piso es de protección oficial y lo estoy pagando como el resto de personas”, explica.

La vecina de Lavapiés trabaja para una empresa de limpieza con jornada partida. Por la mañana tiene que madrugar. Se levanta a las cinco y media para coger el primer metro o autobús y llegar hasta unas oficinas próximas al estadio Santiago Bernabéu a las 6.30. “Tengo mucho miedo desde esto que me ha ocurrido. Todos los días cambio la ruta que hago para evitar que me siga o que me pueda volver a atacar. Hago varios recorridos y más ahora que el barrio está en fiestas y se puede esconder en cualquier lado”, afirma la mujer.

Por las tardes trabaja de tres a siete en otras oficinas. Por ello, dedica la parte de la mañana que tiene libre a cuidar de su casa y de su familia. “Tengo pánico a estar con más personas y evito las aglomeraciones. El otro día entré en la iglesia y había varias personas. Me agobié mucho pensando que me podría volver a pasar algo así y me tuve que marchar rápidamente”, describe la afectada.

Capaz de superarlo

Luisa se ha mantenido en su trabajo y no ha pedido la baja médica, pese a la situación de nervios y estrés que ha sufrido. Cree que será capaz de superarlo con su familia y sus amigos. “Si no puedo con ello, pediré ayuda a algún psicólogo. Creo que poco a poco lograré superarlo”, afirma.

“Llevo muchos años en España y tengo a toda mi familia aquí. De hecho, mi hijo pequeño, que tiene 18 años, ya nació en España. Es la primera vez que me ha pasado algo así y espero que sea la última”, resume la víctima. “Me sentí impotente porque amo y adoro a España. Llevo ya muchos años en este país para que ahora me pase una situación tan desagradable. No es justo que un hombre así ande suelta y se permita insultar y golpear a una mujer y que la insulte por ser negra por haberle tocado la mochila, según dijo. Y eso que estaba en el suelo y que a él ni le rocé”, añade Luisa, todavía con cierta incredulidad.

Luisa va a tener que ver a su atacante en alguna ocasión más. Cuando el caso llegue al juzgado o se celebre el juicio, como mínimo. “Han sido los diez minutos peores de mi vida. Todo se me vino abajo porque jamás había sufrido un episodio de racismo, ni siquiera un comentario que pudiera tener una segunda intención. Tengo muy buenos amigos españoles y creo que soy una persona muy integrada en esta sociedad”, concluye.

Varios colectivos sociales, como el Movimiento contra la Intolerancia y SOS Racismo Madrid, han mantenido esta semana que estos episodios de racismo están aumentando recientemente.

“Últimamente se ha creado un clima en el que este tipo de racismo se expresa con mayor legitimidad. Personas que siempre han sido racistas se sienten legitimadas para manifestarlo”, declaró la presidenta de SOS Racismo Madrid, Paula Guerra.