¡Con cuánta exactitud se recuerdan en la vejez frases, miradas, momentos que vivimos en nuestra, "Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

¡Con cuánta exactitud se recuerdan en la vejez frases, miradas, momentos que vivimos en nuestra juventud que nos marcaron para siempre! Por esos días mi padre tomó una decisión solemne y dolorosa. Aunque yo era la única hija que les quedaba en casa, él dijo que mientras fuese posible debía dejar España camino a América.
Nunca pude comprender tamaña decisión. Si había que morir, que fuese en mi tierra, entre los míos. ¡Qué importaba estar viva en medio de desconocidos, en tierras lejanas y sin ninguna posibilidad de volver a ver a mis padres y a mis hermanos! Ni siquiera un pariente lejano había aquí, ni amigos mios, solamente unos paisanos de mis padres que habían emigrado unos años antes.
Recuerdo el llanto quedo de mi madre cuando se enteró que su marido había jugado el destino de su hija. Pronto tuvo que aceptarlo, no eran épocas de discutir decisiones del marido. Aunque puso sus condiciones: exigió que me fuera de casa casada, aunque fuese por poder y aunque un océano me separase de mi desconocido marido. Nunca pude saber qué fuer peor para mí, si dejar Fisterra obedeciendo ciegamente a mi padre o casarme con un desconocido para que mi madre durmiera con su conciencia en paz.
Ya se ha hecho de noche. La ciudad está silenciosa ahora. Por más que muevo el dial de la radio no hay noticias ni música que no sea la misma marcial y machacona para todas las estaciones. ¡Qué tontos son los hombres! Piensan que aferrándose al poder y disponiendo de vidas y haciendas del prójimo serán felices, poderosos, ricos... Para mantenerse fuertes juegan a dar batalla como están haciendo aquí, con soldados inexpertos como fueron mis pobres hermanos, que nunca regresaron a casa...
Recuerdo a menudo a mi madre que en poco tiempo quedó con la única compañía de mi padre y con el corazón desgarrado por haber perdido a todos sus hijos. Porque a mí nunca volvería a verme.