(continuación)

Precursora de lo que hoy entendemos como “conciliación de la vida familiar y laboral”, lo que nos transmitió en su artículo Derecho de consorte y que supo demostrar acompasando su trabajo a la crianza de sus cinco hijos y a la dureza de las labores domésticas de su época.
Pionera en la formación de las familias utilizó los medios locales para dirigirse a madres y padres y transmitirles los principios pedagógicos y morales que ella consideraba fundamentales, escribiendo con valentía, corrigiendo con tacto y modo inteligente defectos generalizados que aún hoy impiden el desarrollo de nuestros pueblos.
Hoy un gran filósofo, profesor de secundaria de filosofía y pedagogo español José Antonio Marina nos recuerda: para educar a un niño hace falta la tribu entera; ella nos dijo de modo más sencillo: Para educar somos necesarios todos.
Fue una gran defensora de la coeducación, considerando como absurda la diferenciación de sexos para la organización escolar.
Podemos tenerla como una gran propulsora de la educación popular, de la animación y el desarrollo rural pues organizaba con sus compañeros seminarios y conferencias en los que participaba activamente dotando de contenidos actuales a las mismas para instruir a los vecinos y vecinas de las localidades donde impartía sus clases también formación relacionada con las nuevas leyes que se aprobaban, la mejor forma de cultivar y sacar provecho de la tierra,…
Defensora de la democracia y crítica del caciquismo podemos y debemos recordarla como una gran pedagoga plural e innovadora, de la que no conocemos mucho pues siendo mujer ha sido reconocida tarde. Tampoco nos dejó muchos escritos que hoy podamos recordar; utilizó la prensa sólo para llevar sus principios pedagógicos a la sociedad, nunca para tener fama. Los artículos que de ella conservamos no venían firmados con su nombre (era, por ejemplo, “La Maestra de Miranda”), si firmó con otros seudónimos en otras ciudades lo desconocemos