Un vandalismo que es hijo del populismo....

Un vandalismo que es hijo del populismo.

Actualizado Jueves, 18 febrero 2021 - 02:10.

Cataluña se batasuniza por la pérdida progresiva del respeto a la ley, alentada desde las propias autoridades.

EL MUNDO.

De nuevo vuelven a arder las calles y los protagonistas son los mismos. Jóvenes radicales que se aferran a cualquier coartada pretendidamente reivindicativa para dar rienda suelta a sus ansias de violencia. Pero no hay justicia alguna ni mensaje digno de ser oído en quemar contenedores, reventar escaparates de tiendas de lujo para saquearlas o calcinar cajeros automáticos.

El caos y la agresividad se desatan con preocupante frecuencia en la capital regida por Ada Colau, pero esta vez también se

extendió a la Puerta del Sol de Madrid. No lo justifican ni la sentencia condenatoria contra un puñado de golpistas acreditados ni el encarcelamiento de un sociópata reincidente quetrata de disfrazar de libertad de expresión artística su obvia incitación a la violenciay su reiterado desacato. La visible degradación de Barcelona tiene causas políticas y autoridades responsables de haber legitimado durante años la pérdida del respeto social a las leyes y la glorificación de delincuentes juzgados como Pablo Hasél o los Jordis.
Vivimos en un país donde la trompetería propagandística del Gobierno de Sánchez e Iglesias y sus terminales mediáticas nos previenen a diario contra una inapreciable amenaza fascista, perola única violencia real registrada en las calles parte sistemáticamente de la extrema izquierda. Que el antifascismo pelea a menudo contra un fascismo de paja que agigantan para saciar sus propensiones violentas no es un fenómeno únicamente español; lo que por desgracia sí constituye una anomalía endémica de España es la presencia de la izquierda radical en el Ejecutivo de la cuarta economía del euro, cuyo vicepresidente tiene al tal Hasél y a otros de su calaña como músicos -es un decir- de cabecera. Que Pablo Echenique amparara a los violentos demuestra la responsabilidad directa del populismo en la extensión de la lacra antisistema.
Una y otra vez los imitadores catalanes de la kale borroka dan pruebas dela batasunización imparable de la política catalanaante el pánico de los ciudadanos y la fuga de las empresas. El populismo, lo hemos recordado innumerables veces aquí, no les sale gratis a las sociedades que se dejan llevar por él. No es casual que los disturbios más graves acontecidos en España en los últimos años se localicen sistemáticamente en Cataluña. No lo es. El campo viene abonado por años de intransigencia identitaria, de odio al pluralismo político, de fractura social y de desafío sostenido a la autoridad del Estado presentado como virtud romántica. Si algo nos enseñó el siglo XX es que todo totalitarismo nace de la romantización de la violencia grupal en aras de una causa presuntamente superior. Eso jamás acaba bien.
Que Podemos, partido de Gobierno, se alinee como un rapero incendiario y condenado no es introducir un debate pertinente sobre los márgenes legislativos de la libertad de expresión: es legitimar la delincuencia. Es socavar los fundamentos del Estado de derecho. Si riegas los cerebros de gasolina revolucionaria, es cuestión de tiempo que ardan las calles.