VIDAS EJEMPLARES....

VIDAS EJEMPLARES.

El espléndido aislamiento.

Solo Boris Johnson ha logrado hacerlo casi tan mal como Sánchez.

Luis Ventoso.

Actualizado: 14/08/2020 00:01h.

Me gustan los ingleses, ya desde niño. Me agrada su humor de doble sentido. Su respeto liberal por los derechos del individuo, con su democracia pionera. Su pátina de educación, con todos esos «sorry» hasta en la sopa, que aunque sean un poco hipocritillas hacen la vida más agradable, al igual que el modo casi automático en que se ordenan ante una cola. También me atrae su aprecio por los excéntricos, su música y Chesterton, Shakespeare y John Le Carré. Por supuesto valoro su acusado sentido práctico, que hizo que Napoleón los despreciase como «una nación de tenderos», sin saber que en realidad los estaba elogiando, pues un comerciante es una persona cabal, que tiene los pies en el suelo y usualmente no hace gilipolleces, ni sucumbe a utopías de reverso mortífero. Por último -«last but not least», que dirían ellos- está su amor por los jardines y los animales (aunque a veces me temo que los llegan a apreciar más que a las personas que tienen al lado).
Pero todos los pueblos arrastran también sus defectos y pasan por malos momentos. Los ingleses no atraviesan por el mejor, porque desde el arrebato del Brexit se ha exacerbado uno de los rasgos negativos de su carácter: el nacionalismo con aires de superioridad, que fue la bandera con que Boris Johnson arrasó en las elecciones del pasado diciembre (si bien es verdad que ante un troskista de la era del gramófono, Corbyn, que componía un candidato imposible). La epidemia de coronavirus pilló a Inglaterra, que es la que manda en el Reino Unido, todavía ensimismada en sus veleidades nacionalistas, en pleno retorno mental a la quimera del «espléndido aislamiento». Como si fuese un Torra de la vida, Boris inició la crisis proponiendo una vía británica frente al coronavirus. A diferencia de las medidas de prevención de otros países, ellos buscarían la «inmunidad de rebaño» dejando que los contagios se propagasen. Mientras la Europa continental iba tomando medidas, los pubs y teatros ingleses continuaban abiertos. La gran idea del aquí no pasa nada fue abandonada en cuanto los hospitales se anegaron de enfermos. El 23 de marzo, Johnson hubo de establecer un severo confinamiento. Según un estudio de Oxford, ha sido el segundo más drástico tras el de otro país que también reaccionó tarde: España.

Los gobiernos que remolonearon no son inocentes. Provocaron daños inmensos en la salud y en la economía. En los seis primeros meses de este año, el país europeo donde más se ha desplomado el PIB es España (-22,7%) y el segundo, el Reino Unido (-22,1%). Por el contrario, aquellos que adoptaron una temprana y bien pensada estrategia de test y rastreadores han salido mucho mejor parados: la economía alemana ha caído un 11,9%; la suiza, un 8,5% y la de Corea del Sur, solo un 4,6%. Con las víctimas se repite el esquema. El país con más muertos por millón de habitantes es Bélgica (866), que va camino de convertirse en un Estado fallido por su quiebra interna en dos naciones; a continuación, Reino Unido (702), Perú (672) y España (611). Sánchez esconde la cifra real de muertos porque probablemente nos situaría al frente del ránking luctuoso.

Corolario: que te gobierne un vendedor de humo es muy ameno... hasta que ocurre algo serio.

Luis Ventoso.

Director Adjunto.