Muchos ciudadanos, horrorizados ante los estragos de...

Muchos ciudadanos, horrorizados ante los estragos de la crisis, están dispuestos a que les suban los impuestos. Muchos, conscientes de la gravedad de la crisis, han incrementado notablemente sus ayudas a Cáritas o a otras ONGs de confianza para contribuir con sus recursos a solucionar los grandes dramas causados por el paro y la ruina económica. Otros muchos ayudan directamente a los más necesitados y no pocos se han sumado al ejército de los voluntarios que cuidan a enfermos o atienden a los más necesitados. Pero la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles se resisten a entregar su dinero a un gobierno como el de Zapatero, en el que ya no confían.

Quizás el mayor problema de la España actual, superior incluso al deterioro de la economía, sea que el gobierno ha perdido la confianza y no es creíble ni éticamente fiable. Su obsesión por permanecer en el poder contra de los deseos de muchos de los que le eligieron en las urnas un día del año 2008 no hace sino distanciar más a Zapatero del aprecio ciudadano y de la legitimidad democrática.

¿Quien nos asegura que nuestros impuestos van a ser utilizados con ética y decencia? ¿Quien garantiza que nuestros dineros no van a ser utilizados en corruptelas, en comprar, como ha hecho el andaluz Griñán, lámparas de 8.000 euros para su Palacio de San Telmo, para incrementar la ya densa fortuna de José Bono o para contratar más asesores inútiles o inyectar más fondos en los sindicatos sometidos?

El problema del próximo incremento fiscal que reclama el gobierno de Zapatero es que muchos españoles no se fían de quien los cobra y dudan razonablemente que sus dineros sean empleados con honradez y limpieza.

Seguiremos con el tema