Hace unos años, en Madrid. Un grupo de personas del...

Hace unos años, en Madrid. Un grupo de personas del Bierzo nos trasladamos a Madrid a unas jornadas de formación en drogodependencias (miércoles, jueves, viernes y sábado) nuestra casa en esos días estaba en Arabaca, concretamente en el Centro de Formación de Terapeutas de Proyecto Hombre, donde los futuros terapeutas al encontrarse de vacaciones teníamos ese centro a nuestra disposición. Pero las jornadas se celebraban en el Auditorio de la ONCE en el Paseo de la Habana....
Miércoles 7 de la mañana, nos levantamos, desayunamos y a las 7:30 cogemos un bus que nos acerca a Madrid a una gran estación (no recuerdo el nombre), nos metemos en el autobús como si fuésemos sardinas en lata, doy los BUENOS DÍAS ni Dios responde, unos me miran como diciendo ¿Este de donde ha salido?, ¿Una mujer con cara de no haber dormido bien me mira como diciendo ¡Serán para ti, invecil! (debe ser funcionaria, se le ve como amargada), otros ni se vuelven. Llegamos a la estación, bajamos unas escaleras mecánicas para coger el metro (dos pisos por lo menos, (vamos como si entrase en la mina), todo mundo se pone en la parte derecha de las escaleras mecánicas, como si fuesen ovejas bien amaestradas. Después de unos minutos montamos en el metro, otra vez como sardinas, entro "buenos días", un par de personas mayores me contestas con gesto sonriente, parece que les gustó quer alguien diese los buenos días, otros me ignoraron y otros me miraban como diciendo "un pueblerino flipado". Hacemos transbordo en una estación, gente que se abalanza para dentro y para fuera, a la carrera como si les fuese la vida en ello. Subimos escaleras, bajamos escaleras hemos cambiado para coger otra línea. Misma situación "buenos días" y lo mismo, caras largas, amargadas, algunos intentando desperezarse, otros a punto de darles un infarto mirando relojes como intentando parar el tiempo y yo preguntándome "pero capullo, si llegas tarde levántate 15 minutos antes". Por fin llegamos a nuestro punto. Dentro del recinto del Auditorio vemos caras conocidas de años anteriores (fueron 4 años seguidos), unos de Baleares, otros de Galicia, del País Vasco, Cataluña, las dos castillas y sus asociados en fin que había representantes de toda España. Recogida de credenciales y comienzo de las jornadas, un descanso para el café y continuar. Parada para comer y por la tarde talleres así hasta las 8 de la tarde y regreso a Arabaca. Mismo trayecto pero al revés, saludos y caras ahora de cansancio, de pesimismo y de "no me toques los cojones que no está el horno para bollos".
En fin podía seguir día por día. El viernes yo sigo en mis trece de dar los buenos días al entrar en un sitio (así me educaron y así eduqué a mis hijos), pero ahora ya son más los que saludan, se ven mejores caras y si el primer día te saludaron dos ahora ya lo hacen unos cuantos. me dice el cura con el que viajé desde el Bierzo y que era nuestro Presidente de la Asociación de Voluntarios (con quien me une una gran amistad, pese a no comulgar con sus ideas religiosas) SI LLEGAS A ESTAR AQUÍ UNA SEMANA, TODO MUNDO ACABA DANDO LOS BUENOS DÍAS. Mi reflexión en silencio era "si no se saludaban y se daban los buenos días podía ser por que nadie se atrevía a ser el primero en darlos, y unos por otros se acaban perdiendo las buenas costumbres.