Sánchez se hace un Xavi....

Sánchez se hace un Xavi.

OKDIARIO.

ACTUALIZADO: 24/04/2024 21:32.

Pocas veces en la historia democrática de España -mejor sería decir ninguna- un presidente del Gobierno se atrevió a llegar tan lejos. En una carta a la ciudadanía publicada en sus redes sociales, Pedro Sánchez se presenta como víctima de una campaña de acoso y derribo contra él y su familia y se plantea la necesidad de «parar y reflexionar» para «responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política, si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor». Estamos ante una instrumentalización absolutamente inaceptable de una decisión judicial -un magistrado ha decidido abrir una investigación en torno a la actividad profesional de Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno- ante la que Sánchez reacciona de manera maniquea e impostada, porque en la carta del presidente hay mucho de chantaje emocional y muchas dosis de hipocresía.

En una democracia no cabe que el jefe del Ejecutivo amenace con dimitir por el hecho de que se admita en los tribunales una denuncia contra su esposa, porque eso es tanto como avalar la falsa tesis de la existencia de una conspiración político-judicial contra su persona. Sánchez se suma a la teoría separatatista del «lawfare» y se presenta ante los españoles como víctima de una cacería. En su carta, Sánchez asegura que «a pesar de la caricatura que la derecha y la ultraderecha política y mediática han tratado de hacer de mí, nunca he tenido apego al cargo. Sí lo tengo al deber, al compromiso político y al servicio público. Yo no paso por los cargos, hago valer la legitimidad de esas altas responsabilidades para transformar y hacer avanzar al país que quiero».

Sánchez sabrá lo que tiene que hacer, pero su amago de renuncia -al más puro estilo Xavi, entrenador del Barcelona, que ahora dice que se queda- y los días de plazo que dice va a tomarse para reflexionar son una estrategia para elevar la tensión a su grado más alto y presionar a las instituciones del Estado con un inaceptable «yo o la extrema derecha» que a estas alturas es la prueba del nueve del burdo plan de manipulación al que, a base de golpes de efecto, nos tiene tristemente acostumbrados.