10.- La décima tensión es con los mercados internacionales...

10.- La décima tensión es con los mercados internacionales de material sanitario, saturados de demanda y con una oferta que no da abasto para atender los pedidos que llegan de todo el mundo, con la práctica totalidad de los países del planeta infectados y pidiendo desesperadamente material. En estas circunstancias, cometer errores como el de los detectores de test fallidos o ciertas disfunciones en la recepción y distribución de equipos es lo menos que puede pasar. Pese a todo, y en este casi imposible equilibrio con comunidades autónomas, proveedores y competidores internacionales, el Gobierno socialista está implementando cada día medidas que tienden a solucionar los problemas, aun admitiendo los fallos propios de una situación como la que vivimos.

11.- La undécima tensión es con algunos pérfidos socios de la Unión Europea, como Holanda y, en menor medida, Alemania, que están ofreciendo de nuevo rescates y austericidio, como en 2008, cuando lo que necesita Europa es una mutualización de la solución del problema (los llamados coronabonos). En este sentido, y pese al dificilísimo equilibrio de tener que soportar los insultos de Holanda, el Gobierno socialista español lidera, con Francia, Italia y Portugal, un potente frente comunitario que pretende algo tan lógico como arbitrar una salida mancomunada y solidaria a una crisis que no es nacional, sino europea y mundial, estrategia que tendría que abrirse paso en los próximos días. En este capítulo hay que destacar el extraordinario papel de sensatez que está desempeñando Portugal.

12.- La duodécima tensión es la preocupación por lo que sucederá cuando la epidemia pase, es decir, por la crítica y el enfado unánimes de la sociedad, la actuación sin piedad de la oposición, e incluso las posibles querellas que puedan interponerse contra los gobernantes responsables en cada caso -a los que algunos acusan directamente de los muertos registrados como si los hubiesen matado ellos personalmente-, algunas de las cuales están ya en marcha. Cuando esto acabe, probablemente no va a haber piedad con Pedro Sánchez y el Gobierno socialista. Lo de Podemos es otra cosa, dado que, si se hunde el PSOE, España perderá uno de los pilares de nuestra democracia que ha acreditado durante décadas su sentido de Estado, mientras que el retroceso del populismo de uno y otro signo es lo mejor que puede pasar.