"La hora fue sin duda...

"La hora fue sin duda
la que me hizo subir
al ver aún encendida
la luz en la ventana de David...."
Pues si, vengo tarareando
una canción del Aute,
que me estoy acostumbrando
a esto de las nuevas artes,
lo digo porque en este antro
el que no es poeta, canta,
los hay que suspiran tanto
que beben para olvidarla,
y también alguna cursi
que para boda se engalana.
Por no citar cierta pareja
que parece que endeudadas
le están dando a los juegos sucios
en una mesa ocultada.
Pero me voy a callar
que hablo yo más que el loro,
que por cierto, y por curiosidad,
¿quién decís que lo mató?
No, si aquí va a pasar
lo mismito que en el circo,
que nos ponemos a hablar
de este, de aquel, y del que ha venido,
y cada uno diciendo
lo que le ha convenido,
al final todos a una
asesinos hemos sido.
Yo no es por criticar,
que me parece muy feo,
pero el loro, ciden ya,
que cogía más de un mosqueo
con el salir y el entrar
de la gente en este huerto,
que lo de huerto es hablar
sólamente por hablar,
que mi abuela decía
que todo lo que parecía
parlar, y mucho parlar,
era casi como un huerto
de hortalizas todo lleno,
que coges una, coges otra,
y te quedas con el relleno.
Y charlando de otra cosa,
está la noche muy chunga,
con el frío, con la lluvia,
con lo del loro,
con lo del tablón de anuncios
más esmirriado que un mono
que tenían en mi pueblo
haciendo gracias, el bobo.
Y yo que venía contenta
que se me ha agriado el talante,
que ha sido entrar aquí
y ni para atrás, ni para adelante,
así que tu, Marisol,
me pones una tapita
con una buena cerveza,
que yo no tengo tripita,
aunque alguno por ahí
diga que estamos comiendo
todo lo que hay que comer,
como si vivir pensando
no diera hambre,
que yo, por mucho pensar,
a veces tengo calambres,
y no hay mal que por bien no venga,
por eso quiero almorzar,
cenar y desayunar,
con muy buenas tragaderas,
que para eso nací
delgada como mi abuela,
que la cosa va en los genes,
que yo ni pincho ni corto;
por cierto Marisol mía,
un pinchito de pollo,
que los he visto pasar
y he dicho para mis adentros
que lo como con un bollo
y un relleno de pimientos.
Y a los grandes filósofos
que pululan por aquí,
que parece que viven del aire,
pues que sigan así,
que el libro de los gustos
se quedó en blanco.
Pero, quién veo por ahí,
si es mi vecina del cuarto?
Qué hará ésta por aquí
a estas horas de la noche
y además acompañada.
Bueno, es mejor callarme
hasta que llegue mañana
y me entere de este lío
que parece que no entiendo,
que a lo mejor, digo yo,
es hermano de su yerno,
porque la hija que tiene
se ha echado un novio muy viejo.
Bueno, paro de contar
que ya es hora de buscar
una mesita tranquila,
que esta noche voy a bailar
y ha llenarme la barriga,
y que digan los demás
todo lo que se les ocurra,
que yo he venido aquí
a gozar, que para aburrir
ya tengo a mi esposo en casa,
que es más soso...
Ni siquiera me acompaña,
que él me dice, vete tu,
ya nos veremos mañana,
y yo cojo la palabra
y me he venido hasta quí
para seguir con la marcha.
Y digo yo......
¿quién habrá matado al loro?,
¿se habrá muerto de calor
por estar cerca del horno?