Parte de la clase política catalana ha decidido saltarse...

Parte de la clase política catalana ha decidido saltarse las normas. Pero cuando digo las normas me refiero a todas. Se pasan por debajo del arco del triunfo incluso las suyas, las que ellos mismos dictaron. Es decir, parte de los políticos catalanes han decidido elegir qué normas cumplir dependiendo de si les resultan interesantes o no. Es como si yo decidiera pagar impuestos o no; igual de estúpido.
Cataluña es lo más parecido a una comunidad de vecinos en la que tres o cuatro propietarios toman café mientras deciden si cambian el espejo del portal o no y, después, lo hacen porque se les pone en la punta de las narices aun sabiendo que el portal es de todos los vecinos.
Lo que más llama la atención es que esos mismos que quieren salir pitando y convertirse en una república van a presentarse a las próximas elecciones a la Presidencia del Gobierno de España. Como si no estuviera pasando nada. Y lo más sangrante es que siguen reclamando dinero y más dinero. La desfachatez es tan inmensa que da miedo. Ya no se trata de patriotismo, ni de amor a las banderas. Aquí lo que se está ventilando es que parte de los catalanes han decidido que son especiales, que tienen unos derechos por encima de los que tenemos los demás y que pueden tomarnos por el pito del sereno, que tenemos que rendir honores cuando uno de ellos pasea por la calle. Aquí lo que está pasando es que la política en España es un desastre absoluto en la que prevalecen los intereses de los partidos, el ansia de poder y el dinero.
Estamos viviendo una monumental tomadura de pelo. De unos y de todos.
C. R

Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.