CON PERMISO....

CON PERMISO.

¡Todos a una!

La pérdida de negocios de barrio se intensifica año a año, sobre todo, por el auge de la venta online.

María Jesús Pérez.

Actualizado: 11/12/2019 23:47h.

En caída libre. Así está la vida del pequeño comercio español, abocado cada vez más a la desaparición. Y ya no se trata de un hecho aislado, sino que se ha convertido en tendencia, con perdón. La irrupción de plataformas digitales -como Amazon o Alibaba-, la dura competencia que ejercen grandes empresas que sí han sabido adaptarse a la era de la digitalización -del estilo de Inditex o El Corte Inglés-, y el hecho de que las nuevas generaciones cada vez están más acostumbradas a comprar a un solo golpe de «clic», acarrea desde hace años y años serias dificultades de superviviencia a esos negocios de toda la vida: panaderías, quioscos, ferreterías, mercerías, bares... Y hasta tal punto es la gravedad de la situación que en los últimos cuatro años han desaparecido 23 comercios de media cada día.

Las cifras y estadísticas, como siempre, están ahí para constatar los hechos. O viceversa. Los datos que maneja la mayor asociación de autónomos de España, ATA, reflejan que en los últimos cuatro años se han perdido una media de casi 8.500 comercios en cada ejercicio entre 2015 a 2019. Además, entre noviembre de 2015 y el mismo mes de 2019, los comercios regentados por autónomos han descendido en un 4,2%, lo que se traduce en que nuestra economía ha perdido 33.732 autónomos, según los últimos datos de afiliación de la Seguridad Social.

Pero es que la gravedad va más allá. Cuando en un pueblo se cierra un pequeño negocio, el propio pueblo se va apagando, y cuando no se dan oportunidades reales de emprendimiento y relevo generacional en esos mismos pueblos, los jóvenes se marchan y los comercios pierden toda posibilidad de clientes. La España vaciada. Allí donde se pierde población -como en Asturias, Galicia y Castilla y León-, más se resienten los autónomos.

A la vista de estos números, que tienen pocos visos de disminuir, o nos ponemos TODOS manos a la obra, o aún hay margen para ir a peor, en un país en el que más del 95% del empleo lo crean los autónomos. Cierto es que es un problema de Estado, y que son los gobiernos los que tienen que poner remedio con medidas de apoyo al pequeño comercio, con ayudas financieras y asesoramiento. Pero no es suficiente.

Quizás, los consumidores deberíamos poner de nuestra parte y poner en valor su oferta: trato personalizado y especialización; cercanía que facilita el acceso a determinados colectivos, especialmente la tercera edad; generación de riqueza y empleo local; diversidad, ya que los vecinos encuentran todo lo necesario en un radio de unas pocas manzanas; servicio online en su oferta, con pedidos, por ejemplo, a través del móvil; la vida que dan a los barrios, generando tráfico peatonal en las ciudades y pueblos; escaparates que atraen a numerosos turistas, haciendo más atractiva la visita a nuestro país y potenciando la marca «made in Spain»; su contribución a paliar la despoblación de las zonas rurales... ¿Sigo? ¿Alguien da más? ¡Todos a una!

María Jesús Pérez.

Redactora jefe.