Sigue: NOTABLE ANTIGÜEDAD

Y, como a primeros de agosto las tardes son largas, el tiempo dio de sí para hablar de todo e íbamos discurriendo sobre las últimas publicaciones relativas a temas leoneses, entre las que contaban -aunque me esté mal decirlo- algunos trabajos míos y libros suyos y obras de amigos comunes y comentando en qué manera iba extendiendo su negocio cierto librero leonés, cuando se me ocurrió decir:
-Fulano debiera plantar una rebotica, como hacían sus colegas de otro tiempo, para acudir allí de tertulia quienes nos ocupamos en escribir sobre asuntos leoneses.
-No estaría mal, no estaría mal -contestó don Maximiliano-; que así podríamos cambiar información unos y otros....
-Y como no todo va a ser alimentar el espíritu -seguí-, ¿no le parece que podría ofrecer también alguna caña de jerez?...
Ante el silencio del interrogado, desde el asiento de atrás, exclamó mi mujer:
- ¡Díselo más alto!.... No te ha oído bien.
A lo que respondió el pasajero con presteza y una sorna típica de los naturales de su valle:
-Este cura si ha oído; quien me parece que no va a oír es el librero....
En cuya apreciación, como ha demostrado el tiempo, no andaba descaminado.
Y fue durante esa excursión, y al llegar a Valporquero, cuando nos relató don Maxi que al iniciarse por cuenta de la Diputación el arreglo de la cueva y comenzar él a interesarse por la Arqueología, para poner en práctica los conocimientos teóricos que iba adquiriendo, un día de verano subió al <<seiscientos>> y, remontando el valle, se presentó en la gruta.

Foto: cuevas de Valporquero