Perdón, sigo con la vida de Maria Sanchez Miñambres, me pasé la última parte, "Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

Perdón, sigo con la vida de Maria Sanchez Miñambres, me pasé la última parte.

3.- parte:

La cosa pudo ser aún peor, pues en varias ocasiones grupos armados fueron en su busca al caserío de Marzanas con la intención de aplicarle la peculiar justicia franquista consistente en el «paseo». Sus propios criados ayudaron a María a escapar del cerco, volviendo a buscarla cuando el peligro había pasado. A pesar de no poder probar nada en su contra, sería condenada a pasar varios años en Saturrarán, un penal para mujeres sito en San Sebastián. Mezclada con las presas comunes, quienes la conocían como «la señorita», María dio buena prueba de su temple personal y comenzó a realizar una importante labor social en el presidio, escribiendo las cartas que las reclusas, analfabetas en su gran mayoría, enviaban a sus familias. Incluso llegaría a entablar buena amistad con el director de la cárcel, dando clases particulares a su propio hijo. Una vez puesta en libertad, regresaría a León para continuar con una vida sencilla, regida por el ciclo de las cosechas en Marzanas y la dirección de sus lucrativos negocios particulares. Se hizo constructora y edificó un buen número de casas en los solares que la familia poseía en la entonces naciente barriada de San Claudio. Y evidenciando su particular sentido del humor, solía comentar que ahora alquilaba sus casas a los miembros de la Guardia Civil, el mismo cuerpo que años atrás anduvo tras ella con la intención de silenciarla definitivamente. Rebosante de vitalidad hasta el final, pues aún conducía su coche por las calles leonesas con más de 80 años, nunca dejaría de lado sus inquietudes culturales, cediendo su casa de la calle Santa Cruz como local de ensayo para el naciente grupo teatral GRUTELIPO. Así hasta el día 1 de abril de 1977, cuando la formidable María Sánchez Miñambres pasó a mejor vida. Demos voz a nuestra protagonista para cerrar esta semblanza, reproduciendo unas líneas del artículo que publicó el 16 de abril de 1927 en el periódico madrileño La Nación, aludiendo al emergente papel de las féminas en la vida española: «Esperemos nosotras, las mujeres que actuamos en política, a que seamos más en número y a que, por serlo, desaparezca ese ambiente espectacular, que tanto nos perjudica y nos estorba. Cuando eso se logre, los hombres que tengan que cruzar la calle, ¡ya verán lo útiles que somos!».