¿El objetivo es poner a este país de rodillas? (1/2)...

¿El objetivo es poner a este país de rodillas? (1/2)
El colapso inducido de Argentina como meta geopolítica del Nuevo Orden Mundial

La debacle no es consecuencia de una política errada, sino de un diseño para poner al país de rodillas. Los objetivos del colapso sobrepasan los imaginarios de la izquierda tradicional.

Por Claudio Fabián Guevara) Una de las debilidades estructurales de la resistencia autóctona frente a los procesos de expansión imperialista es una concepción ingenua sobre los planes del enemigo.

Las agencias transnacionales del imperialismo no sólo han incrementado exponencialmente su poder en los tableros internos de cada país, sino que también son mucho más ambiciosas en sus metas, donde además se operó un cambio cualitativo: superada toda resistencia organizada a la explotación extranjera de los recursos naturales, a la creación artificial de deuda usuraria, y al acceso al mercado interno de cada país, la agenda del Nuevo Orden Mundial para las sociedades periféricas sobrepasa los imaginarios de la izquierda tradicional.

Programa para poner a un país de rodillas

El pasaje del capitalismo industrial al capitalismo financiero ha modificado a tal punto las estrategias de expansión del proceso imperialista que incluso grandes grupos capitalistas locales que antaño podían considerarse socios comisionistas en la explotación de las sociedades coloniales, ven sus intereses ignorados y sus activos depreciándose.[1]

Argentina es una vez más un laboratorio de experimentos de vanguardia en materia de políticas de reconfiguración violenta de la sociedad. En “La doctrina del shock” Noemi Klein repasa cómo ciertas reformas políticas y económicas se introducen a través de desastres o contingencias diseñadas que suman a las sociedades en la confusión, provocando profundos impactos en la psicología colectiva y paralizando la reacción.

La administración colonial de Mauricio Macri ha puesto en marcha en forma acelerada un programa económico que aparece como un diseño premeditado para poner al país de rodillas. Cualquier economía próspera, incluso de los países desarrollados, se hubiera sumido en la parálisis productiva y la estanflación que caracteriza hoy a la Argentina:

La apertura importadora irrestricta provocó un gran desbalance en la balanza de pagos con el exterior, y el cierre progresivo de la industria nacional que quedó desprotegida.

El aumento salvaje de tarifas de servicios públicos desestabilizó no solamente las economías hogareñas sino también la viabilidad del comercio y los sectores productivos que no eran afectados por la competencia extranjera.

La desgravación impositiva de grandes grupos, quita de retenciones al agro y la minería y otras exenciones impositivas a los sectores más concentrados desfinanciaron las arcas públicas y prepararon el terreno para un agravamiento del déficit fiscal, que a su vez fue pretexto para un feroz ajuste presupuestario.

El endeudamiento acelerado que financió este esquema encaminó al país a volver al FMI, que impuso nuevas medidas de achique de gastos, interrupción de obra pública y recortes de programas sociales.

La vertiginosa devaluación de la moneda y elevación de las tasas de interés alimentó una inflación que amenaza desbocarse para convertirse en otro episodio de hiperinflación, y agravó las pésimas condiciones de la economía en su conjunto. Las tarifas de servicios públicos fueron dolarizadas, con lo cual, cada incremento del dólar impacta directamente sobre el costo interno de la producción de bienes y servicios.

El diseño de un colapso inducido

Es evidente que el paquete de políticas conforman un claro sabotaje al país, su aparato productivo y la calidad de vida de su población. Estas NO son las recetas de ningún tipo de capitalismo productivo, que por definición demanda bajos costos de producción (crédito, tarifas y salarios baratos}, protección racional frente a la competencia exterior, estabilidad monetaria, políticas de subsidios sectoriales y planes de desarrollo de las capacidades nacionales.

En las últimas horas, la debacle económica ha provocado de parte del Gobierno el anuncio de la eliminación de ministerios, miles de despidos en el Estado y más ajustes colaterales. Cualquier estudiante de Economía sabe que la profundización de esta política solo puede agravar la espiral recesiva, acelerando el camino hacia el colapso.

Es decir que, a diferencia de lo que pueden sostener las organizaciones de la izquierda clasista, la administración colonial no sólo está atacando el nivel de ingreso de la clase trabajadora: está minando incluso las bases de sustentación de los propios capitalistas locales. Se trata del diseño de un colapso inducido: el país marcha hacia la cesación de pagos, la parálisis productiva y el desempleo masivo ¿Puede ser sólo torpeza del grupo que gobierna?

Un segundo lote de políticas sugiere que es necesario el desmantelamiento por anticipado de cualquier intento de resistencia y oposición social activa. Pese a tener inicialmente un alto consenso social y gozar de una formidable protección mediática, el gobierno de Cambiemos ha impulsado sistemáticamente líneas represivas muy pronunciadas:

Silenciamiento de periodistas y medios críticos.

Encarcelamiento y hostigamiento judicial de líderes de la oposición.

Ingreso de tropas y establecimiento de bases extranjeras [2].

Demolición del aparato productivo, dispersión de los focos de resistencia política e intelectual, militarización del Estado en alianza con potencias extranjeras: este conjunto de tendencias indican que se avecina un shock muy agudo contra la configuración histórica del país, mucho más audaz que una simple redistribución del ingreso.

¿Adónde va el colapso económico argentino?

La pregunta de rigor es: ¿Cuál es el programa del shock que se prepara con este escenario catastrófico?

Sólo tenemos algunas pistas: señales de los mercados, gestos y silencios del Gobierno, y el rompecabezas que emerge del ejercicio de la memoria histórica y el análisis de las luchas anticoloniales del presente.

La agenda oculta del colapso inducido de la Argentina contiene metas del Nuevo Orden Mundial comunes a todos los territorios periféricos. Todos son ruinosos para los intereses de la población, pero el escenario de crisis multidimensional que se está construyendo apunta a presentarlos como “soluciones salvadoras”. Todos, además, contienen un elemento central de la agenda globalista para los pueblos subalternos: la disolución de la identidad y el Estado nacional.

Extranjerización acelerada de empresas y otros activos

Esta parte del proceso ya está en marcha, y es la que menos impacta ante la opinión pública por cuanto se suele presentar como un “progreso”: Argentina enfrenta un nuevo ataque extranjerizante de activos y mercados locales. Pero a diferencia de las crisis anteriores, que derivaban de presiones y apuestas desde el exterior, la actual es promovida por el propio gobierno de Cambiemos. Se reclama la intervención extranjera como único medio de conducir al país en esta coyuntura. [3] La debilidad externa en la que Cambiemos ha colocado a la economía argentina es funcional a una entrega masiva de activos por parte de empresarios locales. Desde el comienzo de la crisis externa la caída combinada de los valores bursátiles y la devaluación del peso deprecia a los activos argentinos en un 70 por ciento. La suba del dólar y la incertidumbre económica abre la puerta para que los activos del país sean rematados a precio de oferta. Techint, Aluar, Ledesma y las empresas de la patria contratista se sorprenden con sus ejecutivos encarcelados en una farsa judicial mientras las protecciones arancelarias de las que gozaban en el pasado se cancelan y las acciones de sus compañías se derriten en Wall Street.[4] Los fondos buitre están comprando esos papeles a precios de remate. Y el deterioro promete proseguir.

El proceso de extranjerización de la economía -compras, fusiones y absorciones, que pueden ser presentadas como “inversión extranjera directa”- se puede acelerar con una “inyección de confianza”. ¿Cómo impulsar “reformas de fondo” que recuperen “el optimismo de los inversores”?