Y ya para que no falte nada de lo que fue vivido por un pueblo tengo el pequeño diario que, Burgos

Y ya para que no falte nada de lo que fue vivido por un pueblo tengo el pequeño diario que comencé nada mas acabar la Navidad de 1997 en Tardajos, bajo el título:

CUENTO PARA DESPUÉS DE NAVIDAD

Por fin los Reyes Magos de Oriente han visitado Tardajos. Nos han regalado el espíritu de la Navidad perdida. Si no hubiera sido por la nieve, nadie en los últimos días, hubiera dicho que Tardajos estaba en Navidad.
Tan solo el lazo de Ortega Lara ondeaba en el balcón del Ayuntamiento. Hemos estado incomunicados del resto del mundo. Navidad en todos sitios menos aquí.
Los que hemos ido a misa también sabíamos que a pesar de los pesares era Navidad, aunque salir a la calle, decía todo lo contrario.

"Este año, con un cargo mas recién estrenado: secretaria de APAS y quise tomármelo en serio, más en serio que nunca porque la Navidad se avecinaba. Unirme con los colegios de otros pueblos felicitándoles, a mis amigos lejanos, mis familiares, a Flor y Ana-Marta (las asistentas sociales que eran para mi como de mi familia) que estrenaron la primera Navidad en Estépa; y por supuesto, a todos los alumnos y padres del Colegio Público "Petra Lafont" de Tardajos con una carta de fecilitación del nuevo Apa.
Para el día 18 de diciembre ya habían salido todas las felicitaciones de Tardajos: A Villadiego, Sasamón, Castrojeriz, Melgar de Fernamental, Estépar.... Madrid, Torrejón de Ardoz, Santander y París. No sin sus pequeños contratiempos. El estanquero Lucas no tenía sellos y yo le recriminé por ello: " ¿No comprendes, Lucas, que ya casi es Navidad, prácticamente? ¡Dios mío, qué espíritu!"
A los niños del colegio ya les había enviado la felicitación y yo estaba ilusionada con ello. A veces, esas pequeñas cosas te alegran."

Al día siguiente ya todo fue distinto.

"Como en mi casa, ha pasado en muchas. El día 19, mi hijo, después de asar una mala noche con fiebre y vómitos no acudió a ver un Belén a Burgos con su escuela. También visitarían la Catedral en aquel viaje.
Por precaución, aquel día incié una pequeña dieta. agua mineral con limón y azúcar. En poco tiempo mejoró, pero los vómitos no cesaban. Algo tenía la criatura, que nadie, como el resto de los padres no nos explicábamos, que a pesar de todos los cuidados el mal seguía dentro.
El día 20 me enteré que en el colegio, el director, Don José María, había tomado la decisión de suprimir el agua del colegio: el mal olor culminó, se delató a si mismo. Ello dijo a todos que ésta sería la causa de las enfermedades de los niños y profesores de los últimos tiempos.
Aquel día, apenas tuve tiempo de despedidas y felicitaciones a los profesores porque decidí llevar a mis hijos al Doctor Berciano, su pediatra de la Cruz Roja de Burgos, y el doctor preferido de mi hijo Ismael.
Hasta llegar a esa situación, los rumores del mal estado del agua fueron de boca en boca. Nosotros, desde el APA queríamos hacer una charla con gente especializada que pudiera decirnos cual era el problema y las consecuencias que la planta de los lodos podrían traernos.
Queríamos una persona imparcial, porque sabíamos que políticamente, en ese sentido, nadie nos ayudaría, porque vimos como el mismo gobierno de nuestro concejo nos vendió."

No nos informaron a tiempo, y además; cuando alguien quiso hacerlo, le ridiculizaron, casi le echaron de una reunión vecinal entre abucheos. No pudimos apoyarle por la poca unión que en esos últimos tiempo azotaba ya Tardajos.
Yo por mi cuenta, había apostado por la salvación del Río Arlanzón, pero en silencio, para mi, en "A Orillas del Arlanzón" y en un poema:

"Soñaba el curso
de un río limpio,
un espejismo, un soplo
de la ilusión...."

Y cuando me enteré que los lodos se iban a instalar justo encima de nuestras fuentes, vi claro que todo intento de pensar en la recuperación del río, era en vano. Y seguí escribiendo: "Arlanzón, fuentes y Vega, ¿Adiós? ". Antes que sucediese el desastre, estaba en los ánimos de la gente que perderíamos los manantiales, tarde o temprano. Y fue mas temprano de lo que creíamos. El día 20 de diciembre de 1997. Apenas once días desde que hice el poema.

(continuará)