VIDAS EJEMPLARES....

VIDAS EJEMPLARES.

Tarde, muy tarde.

Gestos de dignidad como el de Delgado ayer contradicen la ejecutoria de su jefe.

Luis Ventoso.

Actualizado:

06/05/2019 00:07h.

La ministra de Justicia, Dolores Delgado, tuvo ayer el gesto de dignidad de abandonar un acto de homenaje de la Generalitat en Mauthausen (Austria) cuando una directora general del Gobierno catalán inició sin venir a cuento el pertinaz mitin-queja sobre «los presos políticos» separatistas. Se rendía homenaje a las víctimas de los nazis que murieron en aquel aterrador presidio, conocido en su día precisamente como «el campo de los españoles», por la fuerte presencia de deportados republicanos derrotados en la Guerra Civil, esclavizados en la cantera del complejo. En total se calcula que 9.300 españoles fueron llevados a los campos de concentración de Hitler, en los que murieron unos 5.500 (4.000 de ellos en Mauthausen). Este domingo se los recordó con varios homenajes allí y Delgado se sumó con naturalidad al de la Generalitat. Fue entonces cuando la directora general de Memoria Democrática del Gobierno catalán, ataviada con el preceptivo lazo amarillo en su pechera y haciendo gala del paletismo más cerril, incurrió en una hiriente comparación subliminal entre los exterminados por los nazis y los que ella llamó «presos políticos». Delgado se dio la vuelta y se marchó, gesto que la honra y nos reconforta.

El problema es que el rapto de dignidad que tuvo ayer la ministra contrasta clamorosamente con la ejecutoria de su jefe, que una y otra vez ha tolerado silente que los dirigentes separatistas ofendan al conjunto de los españoles y al jefe de Estado. Sánchez no se plantó ni dijo nada cuando Torra despreció a Felipe VI en reiterados actos en Cataluña. Tampoco cuando el presidente catalán se presentó en La Moncloa con el lazo amarillo, que simboliza la causa golpista y la animadversión hacia España y su legalidad. No hubo dignidad alguna cuando negoció en secreto concesiones humillantes a un tipo al que solo meses antes comparaba con Le Pen. No hubo dignidad para un hacer solo comentario desfavorable cuando Iglesias se fue a la cárcel para negociar con Junqueras los presupuestos, porque por entonces venía bien no ser tan digno con tal de atornillarse al poder. Tampoco hubo dignidad para reaccionar cuando la policía autonómica catalana, a las órdenes de Torra, dio barra libre a los CDR para cortar la autopista que vertebra todo el Mediterráneo español y da salida a Francia. Ni la hay para responder desde el Gobierno de España cuando una energúmena xenófoba que fue presidenta del Parlamento catalán llama «cerdos» a los representantes PP y Ciudadanos, como acaba de suceder. Ni fue digna, ni diligente, la ministra de Justicia a la hora de defender a Llarena de las presiones del separatismo, que incluyen reiterados actos vandálicos en su domicilio; o cuando el Gobierno forzó que la abogacía del Estado rebajase su acusación a los presos golpistas, porque por entonces sus partidos sostenían a Sánchez y convenía hacer «gestos».

El detalle de dignidad del Gobierno de Sánchez ante los mayores enemigos de España llega con retraso y durará lo que tarde en necesitar sus votos en el Congreso.

Luis Ventoso.

Director Adjunto.