VIDAS EJEMPLARES....

VIDAS EJEMPLARES.

Pollos sin cabeza.

La principal estrategia es la improvisación marketiniana.

Luis Ventoso.

Actualizado:

18/08/2019 23:47h.

Los futboleros recordarán a John Benjamin Toshack, bon vivant amigo del golf que entrenó a la Real, el Madrid y el Dépor. El galés, de 70 años, aún anda dando tumbos por los banquillos, últimamente en un remoto equipo iraní. Como tantos cantamañanas inteligentes, Toshack tenía su coña. Con su español macarrónico resultaba una mina dando titulares. Un día explicó así sus dudas sobre la alineación: «Los lunes siempre pienso en cambiar a diez. Los martes, a siete u ocho. Los jueves, a cuatro. El viernes, a dos. Y el sábado ya pienso que deben jugar los mismos cabrones». Le gustaban los futbolistas resolutivos: «Un delantero sin gol es como un pub sin cerveza». Y cuando los suyos se dispersaban les arreaba duro: «Mis jugadores se han comportado como pollos sin cabeza».

Sirva lo de los pollos sin cabeza para resumir la errática estrategia de Sánchez ante el complejísimo problema migratorio. El 17 de junio del año pasado, solo quince días después de haber sido investido sin haber ganado las elecciones, organizó con máxima trompetería la llegada a Valencia de los 629 inmigrantes del Aquarius. «Es nuestra obligación ofrecer a esas 600 personas un puerto seguro. Cumplimos con los compromisos internacionales en materia de crisis humanitarias», alardeó. La decisión fue saludada por los medios afectos como una gran lección progresista al desalmado Gobierno anterior y a una Europa sin entrañas. Seiscientos periodistas de 138 medios en el puerto. Hasta allá viajaron dos ministros y la vicepresidenta Calvo, que coordinó un dispositivo de 2.300 personas, con mil voluntarios de Cruz Roja, 356 policías nacionales, cien guardias civiles, 450 traductores, 150 sanitarios (y el Padre Ángel, por supuesto). Este periódico se atrevió a advertir de un posible «efecto llamada» y recibió los vituperios del «establishment» buenista. Pero así fue, y Sánchez hubo de plegarse a la realidad y mudar su estrategia.

Olvidando la tradición de elegir Marruecos para la primera visita presidencial, Sánchez había preferido una fotito glamurosa con Macron en París. Pero pronto hubo de retomar la «realpolitik» del viejo Mariano: pagar a Marruecos para que controlase el flujo de pateras, como de hecho está haciendo. También cortó de cuajo las acogidas de buques de las oenegés.

Ante el Open Arms, con más de un centenar de personas dando vueltas por el Mediterráneo en una situación lacerante, el Gobierno ha hecho todo lo contrario que con el Aquarius. Del Ejecutivo más solidario pasamos a uno con corazón de piedra. «No puede ser que España sea el único puerto seguro del Mediterráneo», refunfuñaba Ábalos el pasado día 5 rechazando el barco. Sánchez, acantonado en sus vacaciones marismeñas, ni siquiera se ponía al teléfono cuando lo llamaban los dirigentes de Open Arms. Por fin ayer, en un gesto vía Twitter, el magno estadista ofrece primero el puerto de Algeciras y luego el de Mahón... sabedor de que el barco tal vez sea incapaz de completar esa singladura dada la crisis que vive a bordo.

Ni plan ni método, como de costumbre. Al igual que la UE, que se resiste a asumir que mientras Libia siga siendo un Estado fallido no habrá solución posible.

Luis Ventoso.

Director Adjunto.