VIDAS EJEMPLARES....

VIDAS EJEMPLARES.

Superpronosticadores.

Muchas de las predicciones que emitimos con gran certeza se basan... en nada.

Luis Ventoso.

Actualizado: 24/02/2020 00:03h.

Dominic Cummings es el irritante e inteligente cerebro del Gobierno de Boris Johnson. Un irascible norteño en guerra contra la clase funcionarial de Withehall. Los considera una panda de parásitos instalados una pomposa realidad paralela, ajenos al «big data» y los avances en ciencias sociales. « ¡Leed a Philip Tetlock y no hagáis caso a los expertos políticos!», brama por los pasillos del Número 10 el insoportable Rasputín de Boris, no sin razón en su afán modernizador.

Philip E. Tetlock, de 65 años, es un científico social canadiense que ha hecho su carrera en Estados Unidos. Entre 1984 y 2003 llevó a cabo una suerte de concurso de predicciones (¿viene una crisis?, ¿habrá guerra con Corea?, ¿quién ganará las elecciones?...). Participaron figuras del periodismo, cargos del Gobierno, pensadores, profesores, gente de toda ideología. Tras 28.000 pronósticos, los resultados fueron desoladores. No eran mucho mejores que las respuestas al azar y solían empeorar a un algoritmo básico. La provocadora conclusión de Tetlock fue que aquellos expertos ofrecían el nivel de acierto de un chimpancé lanzando dardos. El fiasco se exacerbaba en casos como los santones del periodismo, que no daban una. También se constató que a mayor fama, menor acierto. El jefe de la CIA en el final de la Guerra Fría contó a Tetlock que cuando cayó el Muro los únicos agentes que lo vieron venir fueron los novatos. Los gurús con décadas de investigación sobre la RDA estaban tan inmersos en la sopa que carecían de mirada objetiva para percatarse de que el plato se rompía.
Tras el patinazo de las armas de destrucción masiva de Sadam, las agencias de inteligencia estadounidenses hicieron propósito de enmienda. En 2011 encargaron a Tetlock un enorme experimento para mejorar los pronósticos, un certamen de cuatro años, con medio millón de predicciones para responder a 500 preguntas relativas a la seguridad de EE. UU. El estudio mostró que había un 2% de personas con un don especial para acertar, los llamados «Superpronosticadores» (título de un best-seller sobre el tema que publicó el profesor en 2015). Las conclusiones son curiosísimas. Los «superpronosticadores» eran personas de todo tipo, desde un ama de casa a un informático jubilado, y no necesariamente de inteligencia o saberes superlativos. Pero había características comunes: querencia por el pensamiento lógico y analítico, tendencia a autocuestionarse, interés por la estadística. A ideología más marcada, más pifias. El súperpronosticador cuestiona sus primeras impresiones y opera con mente abierta, proclive al contraste. No emite vaticinios con las tripas, o basados en juicios morales. Intentan ver la realidad tal cual es, le guste o no. No son genios, sino personas con curiosidad, mente ancha y pensamiento metódico.

En España imperan los juicios proféticos basados en puros pálpitos emocionales e ideológicos. Pensar, contrastar y buscar datos resulta mucho más fatigoso que lanzar anatemas por filias y fobias e ir de genio. Sucede en las empresas y también en los gobiernos. De hecho, sospecho que nuestra clase política actual la dominan los chimpancés lanzando dardos de Philip Tetlock.

Luis Ventoso.

Director Adjunto.