Estamos de acuerdo

Nacidos en España bajo el régimen que impuso el ejército vencedor en nuestra última contienda incivil, todavía quedamos muchas personas vivitas y coleando. Los nacidos en la década de los cuarenta rondamos entre los setenta y los sesenta años y, la reforma que pretende hacer el actual ejecutivo, quizás nos afecte poco. La cosa empieza a complicarse para los que nacieron después y sobre todo, la tienen jodida los nacidos tras la muerte del dictador, que hoy estarán entre los veinticinco y los treinta y cinco y que, hemos dicho puede que por convenio, que era la generación mejor preparada de todas las que ha habido ha lo largo de la historia de este País llamado España, o las Españas, como nos gusta decir a ti y a mí, linda mocita.

Los del cuarenta a los sesenta, la mayoría, estaban poco alfabetizados, o sea, que eran casi analfabetos funcionales y muchas veces sin el casi. Quiero decir la mano de obra, la que marcó el paso que los llamados ministros del Opus y sus planes de estabilización de la economía, consiguieron llevar adelante aún contra la resistencia de los jerarcas dominante que tenían otra idea más autárquica de cómo debían de manejarse los asuntos económicos; mirando hacia dentro, pero, Laureano López Rodó y su equipo, católicos, y franquistas pero menos, consiguieron una apertura de los mercados europeos y la posibilidad de inversión de capitales extranjeros en la Península, Portugal también y la población pencante en general, tuvo la posibilidad de moverse de un lado a otro a la búsqueda de un puesto de trabajo retributivamente más justo.

En el resto de Europa aún quedan muchas colonias de españoles y portugueses que dan fe de la gran cantidad de personas que huyeron de los campos y sus trabajos en régimen de semi esclavitud; eso sin contar los movimientos migratorios en el interior y por las misma causas. Todos esos movimientos produjeron un cambio sustancial en muchas economías familiares porque, personas que habían vivido toda su vida en precario, empezaron a levantar la cabeza y con los dineros que recibían de sus maridos o hijos emigrados (en principio era masculina), dejaron de comprar “de fiado” y, los que no siguieron a sus esposos e hijos, arreglaron sus casas y dieron a sus hijos menores una educación más esmerada. Y también a sus nietos. Pero además, se dinamizó la economía de otros sectores de la población como consecuencias de la mayor fluidez de los dineros llegados desde fuera, lo que dio lugar a otras inversiones y, general, todos prosperaron.

A todo esto, empezaron a llegar oleadas de turistas, que dejaban también sus buenos ingresos y se puso en movimiento unas industrias que dejaron de lado los obsoletos métodos productivos anteriores. Y se cambió la leña y el carbón por la electricidad y el petróleo. Y se construyeron innumerables barriadas en las ciudades receptoras para acoger a los recién llegados. Y todo se puso en movimiento, hasta hoy. ¿Qué ha pasado? Yo no lo sé, puede que algún experto en macroeconomía de esos que siempre se equivocan, pueda encadenar respuestas coherentes que puede ser que sirvan para tomar medidas correctoras racionales entre, las que a mi entender, no está la de aumentar por decreto la jubilación de todos los sectores sociales, haciendo tabla rasa pues, no es lo mismo un albañil que un juez o que un profesor emérito, que puede dar clases particulares aunque esté, digamos, fuera de servicio, con la consiguiente entrada de unos dinerillos extras aparte de lo que le corresponda por el tiempo en el que haya estado en el ejercicio de su profesión u oficio.

No creo que cuando pusieron la edad de jubilación a los 65 años, allá por principios del siglo pasado, estuvieran pensando en los trabajadores agrícolas, quizá en los funcionarios, pero es que no pensaban que iban a llegar vivos a esa edad excepto contadas excepciones. Ni que decir tiene, que el albañil se moría en el andamio y el peón en la zanja. Aunque los gremios hacían lo que podían para ayudar al minero o al picapedrero.

Hoy, oyendo el discurso de algunos, tengo que convenir con D. Santiago Carrillo, el del peluquin, que efectivamente la derecha española, está anclada en los principios del siglo pasado, que no ha evolucionado. Y eso jode.
Salud.

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