Ayer mientras dos paracaidostas descendían lentamente...

Ayer mientras dos paracaidostas descendían lentamente bajo el cielo de Madrid, recordaba que las Navidades de 1957, no fueron para mi de alegres villancicos. Leo por aquí a Manuel Lara pienso en lo ded ayer y en que la juventud y las circunstacias
conducen a hechos y a lugaresa a no olvidar. Ayer mientras los paracaidiastas descendían yo recordabaque (entre otras cosas) fui joven y dado a la ventura.
De la Guerra que Franco perdió no se ha hablado mucho pese aque hubo 722 muertos en unos pocos díaa... En aquella aspera tierra, me dio tiempo a pensar, en que tengo memorias niñas y esatas a llevarme a la tumba, no sin rtepetirme una vez mas que los que habitamos este mundo, estamos locos de remate. ¿Como no voy a pen sar y decirme que se dan casos de que se muerde la mano que da de comer? Es el caso de Ifni... Y al final cobardermente, nos echaron, para cobardemente también, Maruecos, edificar un muro de kilometros y kilómetros, expulsando a los dueños de tierras saharianas.
Todo esto pensaba ater mientrasunos aplaudían otros isultaban y algunos las dos cosas.
Y pensé también si en slguna parte no tenía algo escrito, de los días pasados en las posiciones del Bullarife (ifni) o de mi estancia en el Aiún.
Tengo en mano una en la que relato mi (voy a llamarlo) bautismo de fuego, que seguramente ya la puse por aquí en alguna parte.

Un barco Frances, portando barcazas de desembarco, nos llevo hasta Ifni. La odisea del viaje merecería una historia aparte.
Hileras de tienda de campaña, y las noches y su silencio para meditar de lo que apenas se hablaba, que en la segunda Bandera de Paracaidista hubo muertos.
Se puede calificar de emotivo una carta de mujer... Atras había quedado Manuel Becerra en Madrid, el día la conocí... Y también día de mi despedida. Habíamos hablado en broma de algo tan serio como que silben balas o estallen granadas de moertero
a unos metros de donde te encuentras y con la suerte de que los fusileros granaderos unos segin dos hates habían pasado por el lugar dode estallaron.
Respondía a la carta, en la que solo decía: "Ruido infernal" fren te a alguien que ni ves ni conoce, pero que te saluda de aquella manera.

"Mi estumada amiga. Gran alegría por tu carta, llegó antes que yo te escribo a la luz de una vela. En estos momentos me sien to torpe, quisiera decirte cosas bonitas, pero me las roba este silencio pesado... Otro día te contaré cosas."
Y se las conté meses despues a horillas de Río Henares. Y poensé y sigo pensando que los seres humanos poseemos una buena dosis de locura... desde que el mundo es mundo.
Lo he pensado muchs veces, lo sigo pensando porque lo pensé tambien ayer viendo desfilar como yo lo hice hace mucho tiempo, con artilugios para matar.

"Trepábamos la ladera en silencio cubiertos de sudor. Una granada de mortero, otra y otra y voces ordenado fuego sobre las laderas del otro lado del valle. Era Domingo, El cura (se dijo) subía a decir misa en las posiciones, en lo alto de la montaña. Las granadas cayeron a solo unos metros tras de nosotros. Yo sentía dolor en la pierna y humedad, pegajosa de la sangre! No no era nada de LOS OTROS! me había herido en el cuerpo a tierra, con las piedras cortante que abundaban en la ladera.
Ladraban las ametralladoras. La mía se encasquilló hasta dos veces. Se dijo despues que ocurría a menudo porque la munición era "vieja". Ruido: uno de esos ruidos que había visto en las peliculas. Ruido tras de nosotros (se dijo despues que desde barcos) cuyos proyectiles por enmcima de nuestras cabezas, estallaban a lo lejo Quiero creer, que ruido sin cesar mucbho ruido y poco tiempo de pensar en nada que no fuera disparar"
Disparar sobre alguien que ni ves, que no le has visto nunca pero que..."Si piensas, que él ha sido tal vez el que a matado a compañeros"
No era gran cosa la herida en la rodilla dije a mi madrina de guerra en la carta en la cual también señalabaa, que el pantalón ncesitaba de aguja he hilo.
Regresamos cansados muy cansados. Ni ese día ni den días sucesivos huvo comentarios sobre este hecho. Alguno se aventuron a comentar: No entiendo porque se nos prohibe hablar... ni tan siquiera entre nosostros.
Y tarminaba la carta dirigiada a aquella chavala de Daganzo, diciendo: Quisiera decierte muchas cosas. Hoy solo que la noches esta llena de estrellas. Que agradezco tu carta. QWue te prometo ldevarte a la Csa de Campo y que seguro seguro nos diremos muchas cosas.

Eso pen saba hyo ayer y mucho mas, y hasta me pregunté que será de A U (por A empezaba su nombre) a la que quise como se quiere a una hermanao tal vez un poco de otra man era.