ERAN TIEMPOS DE CUBAS Y CUBEROS...

ERAN TIEMPOS DE CUBAS Y CUBEROS
Aquel labrador lasecano, hombre que se hizo rico y miserable, termino sus días en Medina del Campo. Sin saber restar, él hombre aquel solo sabia sumar dinero, creo que alguna vez llego a decir, como el Gran Tacaño, “Los buenos días se prestan nunca se dan”, y en aquel año de 1926, encargo una cuba de madera de roble americano de unos doscientos cantaros, cada cántaro son 16, litros, a un señor cubero que según contaban las personas mayores de ese valle, era el más bromista de toda La Seca, La cuba una vez terminada fue probada por aquel rico y tacaño con agua, y parece ser que tenía alguna fuga, Llamó al cubero que no tenía cobrado dicho trabajo, y tensando los aros de acero, la cuba dejo de perder líquido, esto fue en la Calle Nueva, y el tacaño no quería pagar el trabajo, hasta no ver la cuba llena de mosto aquella vendimia, El cubero que su economía era floja, le pidió por favor que le adelantara algo de su trabajo, en la discusión el cubero con su regla de trabajo y su compas, le pego una paliza como nunca el tacaño había recibido. Cuando el tacaño se recuperó, se marchó al cuartel de la Guardia Civil, para hacer su denuncia, y el cubero fue citado para declarar también, El cabo de la Guardia Civil, jefe de aquel puesto, le preguntó al cubero, si era cierto que le había pegado una paliza a dicho tacaño. El hombre aquel socarrón y buena persona le contestó. “Si le he pegado, pero con regla y compas”. Mi familia tiene que comer y este hombre no me quiere pagar el trabajo realizado. Años después, sobre el 1955, conocí a dicho tacaño, en el Bar Recio de La Plaza de España de La Seca, este hombre era mayor, quizá andaría con los ochenta años por lo menos, y vivía en Medina del Campo, saboreando su riqueza que acumulo siendo viticultor. Llevaba un buen traje y unos zapatos finos, que le hacían ser un dandi de aquella época de trabajo y miseria. ESTE HECHO FUE REAL. NO DIGO EL APODO POR NO OFENDER. El cubero vivía en la calle Real lo que fue la casa de Paulita. Donde jugábamos al futbolín y comprábamos las pipas. G X Cantalapiedra.