CONVERSACIONES EN EL BAR, Literatura

CONVERSACIONES EN EL BAR

-“Pos te digo, que como no caiga na este año, pal que viene, si vivo, no echo ná”. Dijo el hombre más viejo.

-Porque tú lo digas. Le contestó la mujer que estaba a su izquierda y que yo veía de frente, figurándome que sería su esposa, pero como después pude comprobar no lo era.

-“Pos a ver: ¿pa que lo quiero yo ya?” Apostilló el abuelo.

-“ ¡Anda! Pos se lo dejas pa los hijos o pa los nietos”. Le volvió a replicar la de su izquierda.

De esta forma se expresaban dos de los integrantes del grupo que ocupaba la mesa junto a la entrada. Al pasar junto a ellos, según me dirigía hacia una mesa, la única sin ocupar, di los buenos días y tan solo fui contestado por algunos parroquianos, incluido el camarero que en ese momento se dedicaba a pasar la bayeta sobre la mesa que era mi intención ocupar.

No capté bien la conversación que mantenían los seis abuelos de la entrada, tres mujeres y tres hombres ya de avanzada edad, hasta que estuve en mi sitio. Uno de ellos destacaba sobre manera de todos ellos; este vejete rondaría los noventa años o quizás los sobrepasaba, si mi ojo no me engaña, aunque pocas veces lo hace. Era el que llevaba la voz cantante en la conversación, de la cual me iba enterando ya acomodado ante mi mesa, tras entablar y finalizar un pequeño diálogo, el de rigor, con el camarero.

-Hola, buenos días señor (lo de señor lo usa coloquialmente conmigo). ¿Chocolate o café?
-Café con leche, por favor. Fue mi respuesta.

Continué observando al grupo de la entrada, que ahora quedaba frente mí.

Tras la réplica de la abuela, el abuelo hizo un mohín, la miró de reojo y fijando la mirada en el abuelo que tenía de frente dijo: - ¡Bué...! Cortando toda respuesta, conteniéndose de dar otra explicación, quizás por no considerarla apropiada, o por no querer explayarse más sobre tan delicado tema.

-Pos... ¿Qué hora es ya, las once? Terció la que mantenía diálogo con el nonagenario, mirando por encima de este, en busca del reloj que colgaba en una de las paredes del local. Es como si no supiera su emplazamiento exacto, pero sí de su existencia, o en claro gesto de disimulo por no profundizar más en la cuestión de herencias familiares.

La abuela fue contestada al unísono por otros dos contertulios, que yo, y hasta ese momento, no les había entendido nada de lo que dijeron; tan solo les había oído sonidos guturales. - ¡Las once! La dijeron, mirándose ambos la muñeca izquierda.
-“Pos ahora tengo que ir pal sintrón, a Pareja”, así que me voy a bajar pa bajo”. Dijo la abuela.

-“Pos yo voy a subir pa rriba, que me vien a buscar pa un cumpleaños”. Dijo el abuelo, el mayor del grupo, el más delgado de ellos, ya que tanto las abuelas como los otros dos abuelos estaban de “buen año”, también era el que más gritaba de todos ellos. El hombre, o estaba sordo, o al ser trabajador del campo estaba hecho a hablar a voces con la demás gente del oficio.

- ¿De quién? Le preguntaron tres de los abuelos, extrañados como si las cuentas no les cuadrasen, de lo que deduje que debían de conocerlo bien. - ¿De tus hijos? -volvieron a interrogarle incrédulos- ¿O de alguno de los nietos?

-“Pos... no lo sé”. Les contestó el buen hombre y se quedó pensativo. –“Creo qués duna nieta; o de una bisnieta”. Afirmó con convencimiento y siguió cavilando. –“No sé si será el de la Paqui o el de la Blanqui”.

-“Pos yo los cumplo en mayo; el cuatro”. Dijo otro de los abuelos. –“Pos yo el decisiete, miá tú”. Contestó una de las rollizas abuelas.

-“Bueno, a ver si vien a buscarnos y nos llevan pallá”. Apostilló otra abuela, en lo que se levantaba de la silla, acompañándola todos en la acción. Se ajustaron las prendas de abrigo, que no se habían despojado de ellas, en lo que estaban de pie junto a la mesa, en tanto que yo me enfundaba la mía, pagaba mi consumición al camarero y me dirigía hacia la puerta.

-Adiós, buenos días. Me despedí de todos, respondiéndome los seis campechanos abuelos al unísono, coincidiendo en su saludo tres de ellos.

-Adiós, buenos días. –Buenos días tenga usted. –Ale, con dios. –A los buenos días.

AdriPozuelo (A. M. A.)

Guadalajara, 20-12-2012