AQUELLOS DÍAS DEL MES DE DICIEMBRE DE 1964...

AQUELLOS DÍAS DEL MES DE DICIEMBRE DE 1964
En el año de 1964, la Navidad en Madrid se presentaba, como según parecía era lo normal, los coches de entonces circulaban por la Gran Vía madrileña, sin mucha prisa, y con muy pocas prohibiciones, ya que en aquel año no estaba todavía el carril del autobús instalado, y en la calle de Preciados se circulaba sin problemas. Las gentes empezaban a sentirse un poco más libres, que años atrás, y la Universidad Complutense era un lugar donde se veía venir el futuro, un poco más deprisa, sus comedores eran lugares a veces de protesta universitaria, y lugares de encuentro de distintas personas y regiones. Las voces de la protesta eran a veces con el sonido de las cucharas y tenedores, que hacían sonar contra las mesas de los comedores, donde la gente por simpatía protestaba contra cualquier problema, que incluso no era de la comida que allí se servía. Yo personalmente fui cliente sin ser universitario, y algunas noches cene allí por un precio económico, con amigos míos que estaban a punto de terminar sus carreras, y que durante las cenas se comentaba de todo, incluido los fallos del sistema de gobierno de la dictadura. Algunas noches temí que hubiera entrado la policía de entonces, llamados los grises, en dichos comedores, por el espectáculo que allí se vivía, era un lugar de escuchar de todo, y sobre la actualidad española de entonces mucho más. Mi experiencia en Madrid era de empezar a sobrevivir de mí trabajo de conductor, y lo que allí escuchaba me caía un poco grande, ya que todos mis compañeros de cena de muchas noches, eran hijos de funcionarios del régimen en aquellos momentos, y sin embargo, despotricaban contra los abusos de ciertas clases de gente, que se estaban haciendo ricos a cuenta de los engaños a la gente llana del pueblo, que se fiaba de las promesas que jamás cumplieron, como fueron las construcciones, que en aquellos años dieron verdaderos robos a sus clientes, que se quedaron sin dinero y sin piso, como fue la empresa de la Esperanza, con miles de personas estafadas, otras fueron menores como el de Vilda Lagarto, y timos en cooperativas de construcción, que llevaron a la sociedad a desconfiar de todos los constructores. Dejando a la clase obrera y media en un momento de desconfianza, como ocurrió con SOFICO. En aquellos medios universitarios, comprobé que la información corría tan deprisa, que nos enterábamos allí mucho antes de que la prensa, lo pudiera hacer público, sí es que la censura lo dejaba publicar, los ecos de la corrupción de entonces flotaba, aunque las protestas eran calladas antes de iniciarse, tan solo los jóvenes que pasábamos por allí, entendíamos que callarse era lo que menos problemas daba. Las horas que entonces vívi, me enseñaron que la vida, es una caja de sorpresas, donde el día a día te iban enseñando a crearte tus propios criterios, y a no fiarte de lo que en algunos medios de comunicación te repetían, sin saber que cuando tienes las ideas claras, digamos que es mucho más difícil engañarte, y que puedes pensar por ti mismo, sin tener que preguntar nada a nadie, de lo que está pasando a tu alrededor, aunque sea muy difícil entender. Han pasado 52, años de aquellos paseos por la avenida de La Moncloa, y de subir comentando la actualidad por el bulevar de la calle de Reina Victoria, cuando todavía estaba en aquella zona, el estadio del Atlético de Madrid llamado el Metropolitano, y de haber podido conocer la Sala de Fiestas de Las Palmeras, en la glorieta de Quevedo, que fue cerrada por orden gubernativa, fueron tiempos maravillosos, donde la propia Universidad era la calle, y donde la gente entendía los problemas que entonces existieron, aunque fueran en época de Navidades, aún nos quedan los recuerdos de aquellos años de juventud, de los que me siento muy dichoso… G X Cantalapiedra.